MI ALUMNA FAVORITA -CAP 8

Informe de Clase Intensiva Sorpresa.
🌙
En el salón de clases..
Los siguientes días transcurrieron con una normalidad engañosa. Gojo, como siempre, aparentaba estar tranquilo, despreocupado... pero ya había tomado sus precauciones. Si Mei Mei volvía a intentar amenazarlo o sacarle ventaja, ya tenía una forma de apretarla. Había reunido suficiente evidencia de sus métodos para cobrar doble pago en misiones —una vez del clan Zen'in, otra del Colegio Jujutsu— y lo tenía todo bien resguardado.
Así que, al menos por ahora, podía respirar un poco más aliviado respecto a su relación con Reika. Aunque sabía bien que esa calma no duraría para siempre.
En clase, todo parecía en orden. Gojo estaba al frente, explicando la teoría del manejo de la energía maldita con su habitual tono despreocupado, como si no hubiese nada más interesante que sus palabras.
Desde el fondo del salón, Kaito lo observaba con una sonrisa cómplice. Gojo lo notó y frunció apenas el ceño.
"¿Por qué me está mirando así ese mocoso?", pensó, levantando una ceja.
A diferencia de sus grupos anteriores, las clases ahora estaban más pobladas. Desde que el colegio había abierto sus puertas a nuevos hechiceros de cualquier edad y condición, y él tenía a su cargo a unos diez estudiantes. Entre ellos estaban Kaito, Rin, y ocasionalmente Reika. Los demás solían rotar entre misiones con otros maestros como Utahime.
Kaito estaba, como siempre, en la última fila. A su lado, Rin fingía tomar apuntes con un cuaderno estratégicamente levantado, creyendo que así nadie notaría lo poco que le importaba la clase. Con los auriculares ocultos entre su cabello corto y rosa, parecía más interesada en hacer una pulsera que en lo que Gojo explicaba al frente.
Claro, era una ilusión pensar que podía esconder algo de él. Después de todo, Gojo Satoru no era cualquier maestro. Era el hechicero de los Seis Ojos. Podía notar hasta si alguien se había cambiado los calzones esa mañana... o no.
Kaito giró apenas hacia Rin, bajando la voz sin disimular su sonrisa.
—"Así que... el sensei está con Reika, ¿eh? Qué loco."
—"Ajá." —respondió Rin, sin siquiera mirarlo.
—"Y dime... ¿hasta dónde crees que han llegado?"
—"Agh, eres un pervertido." —resopló— "¿Qué crees tú?"
—"Mmm... no sé, pero me juego lo que sea a que Gojo ya se tiró a Reika, ¿no?"
—"¡Ugh! ¡Qué asco, Kaito! ¿Siempre tienes que ser tan repugnante?"
—"Solo soy realista..." —respondió, riendo por lo bajo.
—"Y tú deja volar tu imaginación, si tanto te gusta." —murmuró Rin, volviendo a su pulsera.
Kaito soltó una risita y chasqueó los dedos, como si se le hubiera ocurrido una idea brillante.
—"Ahora que lo pienso... con esto de las relaciones entre alumnos y maestros, creo que debería accidentarme más seguido. Tal vez Shoko me atienda en la enfermería y, quién sabe, se enamora de mí."
—"Pff, por favor." —Rin lo miró de reojo, burlona— "Ella no es idiota como Gojo-sensei. Dudo mucho que se fije en alguien como tú."
—"No seas tan cruel..." —fingió indignación— "Pero lo intentaré. Le voy a coquetear."
—"Y terminarás con un puñetazo en la cara... y esta vez, nadie va a curarte."
Gojo los observaba desde el frente del aula, con una ceja alzada y una sonrisa apenas visible. No alcanzaba a escuchar del todo lo que decían, pero no necesitaba hacerlo. Conocía esas miradas, ese tono entre burlón y cómplice. Aun así, se sentía tranquilo. Después de todo, las cosas se habían calmado... por ahora.
Así que, al menos por ahora, podía respirar un poco más aliviado respecto a su relación con Reika. Aunque sabía bien que esa calma no duraría para siempre.
En clase, todo parecía en orden. Gojo estaba al frente, explicando la teoría del manejo de la energía maldita con su habitual tono despreocupado, como si no hubiese nada más interesante que sus palabras.
Desde el fondo del salón, Kaito lo observaba con una sonrisa cómplice. Gojo lo notó y frunció apenas el ceño.
"¿Por qué me está mirando así ese mocoso?", pensó, levantando una ceja.
A diferencia de sus grupos anteriores, las clases ahora estaban más pobladas. Desde que el colegio había abierto sus puertas a nuevos hechiceros de cualquier edad y condición, y él tenía a su cargo a unos diez estudiantes. Entre ellos estaban Kaito, Rin, y ocasionalmente Reika. Los demás solían rotar entre misiones con otros maestros como Utahime.
Kaito estaba, como siempre, en la última fila. A su lado, Rin fingía tomar apuntes con un cuaderno estratégicamente levantado, creyendo que así nadie notaría lo poco que le importaba la clase. Con los auriculares ocultos entre su cabello corto y rosa, parecía más interesada en hacer una pulsera que en lo que Gojo explicaba al frente.
Claro, era una ilusión pensar que podía esconder algo de él. Después de todo, Gojo Satoru no era cualquier maestro. Era el hechicero de los Seis Ojos. Podía notar hasta si alguien se había cambiado los calzones esa mañana... o no.
Kaito giró apenas hacia Rin, bajando la voz sin disimular su sonrisa.
—"Así que... el sensei está con Reika, ¿eh? Qué loco."
—"Ajá." —respondió Rin, sin siquiera mirarlo.
—"Y dime... ¿hasta dónde crees que han llegado?"
—"Agh, eres un pervertido." —resopló— "¿Qué crees tú?"
—"Mmm... no sé, pero me juego lo que sea a que Gojo ya se tiró a Reika, ¿no?"
—"¡Ugh! ¡Qué asco, Kaito! ¿Siempre tienes que ser tan repugnante?"
—"Solo soy realista..." —respondió, riendo por lo bajo.
—"Y tú deja volar tu imaginación, si tanto te gusta." —murmuró Rin, volviendo a su pulsera.
Kaito soltó una risita y chasqueó los dedos, como si se le hubiera ocurrido una idea brillante.
—"Ahora que lo pienso... con esto de las relaciones entre alumnos y maestros, creo que debería accidentarme más seguido. Tal vez Shoko me atienda en la enfermería y, quién sabe, se enamora de mí."
—"Pff, por favor." —Rin lo miró de reojo, burlona— "Ella no es idiota como Gojo-sensei. Dudo mucho que se fije en alguien como tú."
—"No seas tan cruel..." —fingió indignación— "Pero lo intentaré. Le voy a coquetear."
—"Y terminarás con un puñetazo en la cara... y esta vez, nadie va a curarte."
Gojo los observaba desde el frente del aula, con una ceja alzada y una sonrisa apenas visible. No alcanzaba a escuchar del todo lo que decían, pero no necesitaba hacerlo. Conocía esas miradas, ese tono entre burlón y cómplice. Aun así, se sentía tranquilo. Después de todo, las cosas se habían calmado... por ahora.
Reika vs Kazuo Zennin.
Mientras tanto, lejos del instituto, Reika se encontraba cumpliendo una misión en solitario. Había sido enviada a rastrear una maldición de clase especial que, según informes, había adoptado una forma humanoide. A pesar de que se le ofreció apoyo, ella había rechazado la ayuda sin dudar.
Necesitaba estar sola.
Parte de ella quería mejorar sus habilidades. Pero había algo más... algo que Utahime le había dicho antes de partir. Esas palabras le daban vueltas en la cabeza. Tal vez, mientras le fuera posible, lo mejor sería tomar distancia del instituto.
Y de todo lo que había significado estar cerca de él.
La ciudad abandonada parecía estar sumida en un silencio antinatural. Reika caminaba sola entre los edificios carcomidos por el tiempo, los vidrios rotos y los restos de una vida que ya no existía. Sabía que algo no cuadraba: los informes indicaban que la zona estaba infestada de maldiciones, pero en su trayecto solo había hallado polvo... y vacío.
Una parte de ella agradecía esa quietud. Desde que Utahime le había dicho que se alejara de Gojo —no solo por su bien, sino por el de él—, la tormenta dentro de su pecho no la había dejado en paz. Aún recordaba sus palabras:
—"Si sigues a su lado, lo destruirás. Y tú... tú también dejarás de reconocerte."
Desde entonces, las misiones solitarias se habían vuelto su forma de respirar. Pero ahora, ese silencio que la rodeaba ya no le ofrecía consuelo. Le devolvía preguntas que no podía responder.
Un sonido seco cortó la calma. El chirrido metálico de una espada desenvainada.
Reika giró de inmediato, sus llamas negras brotando instintivamente de sus hombros como lenguas vivas. Y ahí estaba él. A varios metros, parado como una sombra firme en medio de la nada: Kazuo Zen'in.
Su presencia imponía. Serio, recto, sin una pizca de emoción en su rostro. La katana descansaba en su mano como si fuera parte de su cuerpo. No necesitaba hablar para que su energía maldita se sintiera como una cuchilla rozando la garganta.
— "Zen'in." —Reika ladeó la cabeza, intentando leerlo— "¿Qué haces aquí?"
Kazuo no respondió de inmediato. Caminó lentamente hacia ella, sin hostilidad aparente.
— "No fue casualidad encontrarte, Reika." —su voz era tan afilada como su katana— "Te estuve buscando."
Ella entrecerró los ojos.
— "¿Y para qué me buscas? ¿Por Mei Mei?" —su tono era defensivo, pero curioso.
Kazuo detuvo su andar. Su mirada se mantuvo fija en ella.
— "No. Esta vez es por ti."
La tensión creció como una cuerda estirada a punto de romperse.
— "Cuando coqueteaste conmigo para sacarme información... pensé que eras solo otra niña manipuladora." —continuó él— "Pero te equivocaste. Te observé. Tu fuego... no solo consume. Borra. Y los que borran... pueden rehacer."
Reika apretó los dientes. No le gustaba cómo sonaba eso.
— "¿Vienes a reclutarme o algo así o solo a juzgarme?"
Kazuo levantó su katana, colocándola frente a su rostro en señal de respeto, pero también de declaración.
— "Vengo a ponerte a prueba."
Reika apenas tuvo tiempo de esquivar cuando Kazuo se lanzó hacia ella con velocidad sobrehumana. Su katana descendió como un rayo. Chispas negras brotaron al chocar contra una lengua de fuego negro, fuego maldito "Nigrae Ignis".
Ambos retrocedieron. El suelo a sus pies se resquebrajó.
— "Así que es en serio..." —Reika alzó una ceja, respirando hondo. Una sonrisa amarga cruzó su rostro— "Siempre me buscan cuando necesitan algo. Nunca porque me quieren cerca."
Kazuo no respondió. Sus ojos decían lo suficiente. Él no venía por cariño. Venía por poder.
Y ella iba a devolvérselo con fuego.
La batalla comenzó en serio. Reika extendió las manos y desató su "Llama del Olvido". Una onda expansiva de fuego negro arrasó la calle, haciendo vibrar las estructuras. Pero Kazuo cortó el aire con su katana envuelta en energía maldita. Su "Hoja del Juicio" atravesó el fuego como si fuera humo, partiendo incluso la energía en dos.
Cada golpe era una danza mortal. Kazuo leía sus movimientos con una precisión aterradora. Cuando Reika intentaba tocarlo con "Soma Nihil", él desviaba sus manos apenas por milímetros, sin dejar de buscar una apertura.
— "Tu fuego es poderoso." —dijo sin aliento, apenas rozándola con su katana— "Pero estás contaminada."
Reika bufó, esquivando por poco otro tajo.
— "¿Contaminada de qué?"
— "De duda."
Sus palabras la tocaron más que su espada. Y fue ahí cuando todo cambió.
Kazuo se detuvo por un instante. Luego bajó la katana y murmuró:
— "Expansión de dominio: Tetsu no Seibai (castigo de hierro)"
El mundo se distorsionó. La ciudad se desvanaeció, reemplazada por un templo devastado. Estatuas rotas, pilares caídos, cenizas de guerra. Un olor a hierro oxidado llenaba el aire. Y en el centro: Kazuo, como un juez inmóvil.
Reika sintió un escalofrío.
— "Dentro de este lugar, todos reciben juicio." —dijo él— "Y tú, Reika... has cometido demasiados errores."
Su katana brilló con una intensidad brutal.
Pero Reika no se arrodilló.
Cerró los ojos.
Y cuando los abrió, el cielo del templo empezó a oscurecerse. Llamas negras comenzaron a caer, suaves como nieve.
— "¿Crees que puedes juzgarme, Kazuo?" —su voz era firme, temblorosa, pero firme— "Entonces ven y arde conmigo."
"Expansión de Dominio: Catedral de la Llama Silenciosa."
El choque de dominios fue brutal. El fuego negro de Reika comenzó a devorar la estructura misma del templo. El juicio de Kazuo trataba de mantenerla contenida, pero sus propias técnicas malditas empezaban a fallar. Su katana vibraba con rabia, mientras Reika flotaba entre las cenizas, los ojos encendidos de determinación.
Y así, dos condenas se enfrentaron.
La del hierro...
...y la del olvido.
Expansión de dominio
Las cenizas de fuego negro caían como una nevada silenciosa, cubriendo los escombros del templo con una belleza letal. Reika flotaba en medio de su Catedral de la Llama Silenciosa, su cabello ondeando en un torbellino de sombra incandescente. Su respiración era agitada, pero sus ojos se mantenían fijos en Kazuo, quien seguía de pie en medio de su propio dominio, herido, pero no doblegado.
Ambos espacios luchaban por supremacía. La expansión de Reika corroía lentamente las bases del templo, pero el juicio de Kazuo seguía firme, como si su convicción se negara afetar.
Kazuo alzó su katana con ambas manos. La hoja brilló, resplandeciendo por un instante con la energía concentrada de su alma.
Y entonces, habló:
— "Este dominio es tu reflejo. Imponente. Inmenso. Pero quebrado."
Reika frunció el ceño. Su cuerpo entero emanaba calor invisible, su piel ya transformada en canal de fuego.
— "¿Qué insinúas?"
Kazuo dio un paso hacia adelante, cortando el aire con su katana.
— "Que no estás aquí."
Un instante después, desapareció.
La técnica fue limpia, precisa. No fue una técnica de expansión ni un ataque de área: fue un corte quirúrgico. Una ejecución directa.
Kazuo reapareció a su espalda en medio del caos, su katana envuelta en energía maldita al máximo. Un hilo de sangre brotó del costado de Reika antes de que pudiera siquiera reaccionar. La hoja había alcanzado su costado, atravesando incluso su defensa corrupta de fuego.
El dolor fue real, pero lo que la detuvo no fue la herida. Fue la sorpresa.
— "¿Cómo...?"
Kazuo no se movió. Mantenía la katana baja, como si no sintiera placer alguno en lo que acababa de hacer.
— "Estabas pensando en él." —dijo en voz baja, sin burla, sin reproche— "Incluso aquí. Incluso ahora. No me veías a mí. Veías sus ojos. Su voz. Lo que dejó atrás."
Reika cayó de rodillas, respirando agitadamente. Las llamas a su alrededor comenzaron a debilitarse. El dominio empezaba a resquebrajarse.
Kazuo levantó la vista hacia el cielo negro de la Catedral.
— "La maldición de clase especial que erradiqué hace una semana... se te fue asignada originalmente a ti." —afirmó— "Solo la tomé porque sabían que tú no estabas... lista."
El suelo vibró con la disonancia entre ambos dominios. Reika tembló, no por miedo, sino por rabia. Consigo misma.
"No porque fueras débil, Reika." —añadió Kazuo— "Pero este es el resultado de cuando un hechicero, no está concentrado en batalla, está destinado a fracasar."
El dominio de Kazuo comenzó a restablecerse dentro de la fractura de la Catedral. Las estatuas se rearmaban lentamente. El juicio seguía en pie.
Reika alzó la cabeza. Su fuego se agitaba como un alma rota. No lloraba, pero algo dentro de ella se resquebrajaba.
— "¿Entonces qué quieres, Kazuo?" —preguntó con voz baja y ronca— "¿Venir a darme una lección? ¿Terminar el trabajo?"
Kazuo guardó su katana.
— "No. Quiero que la próxima vez que alguien te ataque con intención de matarte... estés ahí."
La frase quedó suspendida en el aire.
Y entonces, deshizo su dominio.
El templo desapareció. El fuego negro también. Solo quedaron ellos dos, en medio de la ciudad abandonada, bajo un cielo real, gris y nublado.
Kazuo caminó unos pasos. Y antes de desaparecer, soltó:
— "Si sigues con vida, es gracias a Utahime."
Y como una sombra entre ruinas, se fue.
Reika se quedó sola.
No rota.
— "¿Utahime?"
Pero tampoco entera.
El viento soplaba ceniza sobre el concreto.
Ella cerró los ojos.
— "Gojo..."
Silencio.
Pero dentro de ese silencio... por primera vez, escuchó algo más.
A sí misma.
Necesitaba estar sola.
Parte de ella quería mejorar sus habilidades. Pero había algo más... algo que Utahime le había dicho antes de partir. Esas palabras le daban vueltas en la cabeza. Tal vez, mientras le fuera posible, lo mejor sería tomar distancia del instituto.
Y de todo lo que había significado estar cerca de él.
La ciudad abandonada parecía estar sumida en un silencio antinatural. Reika caminaba sola entre los edificios carcomidos por el tiempo, los vidrios rotos y los restos de una vida que ya no existía. Sabía que algo no cuadraba: los informes indicaban que la zona estaba infestada de maldiciones, pero en su trayecto solo había hallado polvo... y vacío.
Una parte de ella agradecía esa quietud. Desde que Utahime le había dicho que se alejara de Gojo —no solo por su bien, sino por el de él—, la tormenta dentro de su pecho no la había dejado en paz. Aún recordaba sus palabras:
—"Si sigues a su lado, lo destruirás. Y tú... tú también dejarás de reconocerte."
Desde entonces, las misiones solitarias se habían vuelto su forma de respirar. Pero ahora, ese silencio que la rodeaba ya no le ofrecía consuelo. Le devolvía preguntas que no podía responder.
Un sonido seco cortó la calma. El chirrido metálico de una espada desenvainada.
Reika giró de inmediato, sus llamas negras brotando instintivamente de sus hombros como lenguas vivas. Y ahí estaba él. A varios metros, parado como una sombra firme en medio de la nada: Kazuo Zen'in.
Su presencia imponía. Serio, recto, sin una pizca de emoción en su rostro. La katana descansaba en su mano como si fuera parte de su cuerpo. No necesitaba hablar para que su energía maldita se sintiera como una cuchilla rozando la garganta.
— "Zen'in." —Reika ladeó la cabeza, intentando leerlo— "¿Qué haces aquí?"
Kazuo no respondió de inmediato. Caminó lentamente hacia ella, sin hostilidad aparente.
— "No fue casualidad encontrarte, Reika." —su voz era tan afilada como su katana— "Te estuve buscando."
Ella entrecerró los ojos.
— "¿Y para qué me buscas? ¿Por Mei Mei?" —su tono era defensivo, pero curioso.
Kazuo detuvo su andar. Su mirada se mantuvo fija en ella.
— "No. Esta vez es por ti."
La tensión creció como una cuerda estirada a punto de romperse.
— "Cuando coqueteaste conmigo para sacarme información... pensé que eras solo otra niña manipuladora." —continuó él— "Pero te equivocaste. Te observé. Tu fuego... no solo consume. Borra. Y los que borran... pueden rehacer."
Reika apretó los dientes. No le gustaba cómo sonaba eso.
— "¿Vienes a reclutarme o algo así o solo a juzgarme?"
Kazuo levantó su katana, colocándola frente a su rostro en señal de respeto, pero también de declaración.
— "Vengo a ponerte a prueba."
Reika apenas tuvo tiempo de esquivar cuando Kazuo se lanzó hacia ella con velocidad sobrehumana. Su katana descendió como un rayo. Chispas negras brotaron al chocar contra una lengua de fuego negro, fuego maldito "Nigrae Ignis".
Ambos retrocedieron. El suelo a sus pies se resquebrajó.
— "Así que es en serio..." —Reika alzó una ceja, respirando hondo. Una sonrisa amarga cruzó su rostro— "Siempre me buscan cuando necesitan algo. Nunca porque me quieren cerca."
Kazuo no respondió. Sus ojos decían lo suficiente. Él no venía por cariño. Venía por poder.
Y ella iba a devolvérselo con fuego.
La batalla comenzó en serio. Reika extendió las manos y desató su "Llama del Olvido". Una onda expansiva de fuego negro arrasó la calle, haciendo vibrar las estructuras. Pero Kazuo cortó el aire con su katana envuelta en energía maldita. Su "Hoja del Juicio" atravesó el fuego como si fuera humo, partiendo incluso la energía en dos.
Cada golpe era una danza mortal. Kazuo leía sus movimientos con una precisión aterradora. Cuando Reika intentaba tocarlo con "Soma Nihil", él desviaba sus manos apenas por milímetros, sin dejar de buscar una apertura.
— "Tu fuego es poderoso." —dijo sin aliento, apenas rozándola con su katana— "Pero estás contaminada."
Reika bufó, esquivando por poco otro tajo.
— "¿Contaminada de qué?"
— "De duda."
Sus palabras la tocaron más que su espada. Y fue ahí cuando todo cambió.
Kazuo se detuvo por un instante. Luego bajó la katana y murmuró:
— "Expansión de dominio: Tetsu no Seibai (castigo de hierro)"
El mundo se distorsionó. La ciudad se desvanaeció, reemplazada por un templo devastado. Estatuas rotas, pilares caídos, cenizas de guerra. Un olor a hierro oxidado llenaba el aire. Y en el centro: Kazuo, como un juez inmóvil.
Reika sintió un escalofrío.
— "Dentro de este lugar, todos reciben juicio." —dijo él— "Y tú, Reika... has cometido demasiados errores."
Su katana brilló con una intensidad brutal.
Pero Reika no se arrodilló.
Cerró los ojos.
Y cuando los abrió, el cielo del templo empezó a oscurecerse. Llamas negras comenzaron a caer, suaves como nieve.
— "¿Crees que puedes juzgarme, Kazuo?" —su voz era firme, temblorosa, pero firme— "Entonces ven y arde conmigo."
"Expansión de Dominio: Catedral de la Llama Silenciosa."
El choque de dominios fue brutal. El fuego negro de Reika comenzó a devorar la estructura misma del templo. El juicio de Kazuo trataba de mantenerla contenida, pero sus propias técnicas malditas empezaban a fallar. Su katana vibraba con rabia, mientras Reika flotaba entre las cenizas, los ojos encendidos de determinación.
Y así, dos condenas se enfrentaron.
La del hierro...
...y la del olvido.
Expansión de dominio
Las cenizas de fuego negro caían como una nevada silenciosa, cubriendo los escombros del templo con una belleza letal. Reika flotaba en medio de su Catedral de la Llama Silenciosa, su cabello ondeando en un torbellino de sombra incandescente. Su respiración era agitada, pero sus ojos se mantenían fijos en Kazuo, quien seguía de pie en medio de su propio dominio, herido, pero no doblegado.
Ambos espacios luchaban por supremacía. La expansión de Reika corroía lentamente las bases del templo, pero el juicio de Kazuo seguía firme, como si su convicción se negara afetar.
Kazuo alzó su katana con ambas manos. La hoja brilló, resplandeciendo por un instante con la energía concentrada de su alma.
Y entonces, habló:
— "Este dominio es tu reflejo. Imponente. Inmenso. Pero quebrado."
Reika frunció el ceño. Su cuerpo entero emanaba calor invisible, su piel ya transformada en canal de fuego.
— "¿Qué insinúas?"
Kazuo dio un paso hacia adelante, cortando el aire con su katana.
— "Que no estás aquí."
Un instante después, desapareció.
La técnica fue limpia, precisa. No fue una técnica de expansión ni un ataque de área: fue un corte quirúrgico. Una ejecución directa.
Kazuo reapareció a su espalda en medio del caos, su katana envuelta en energía maldita al máximo. Un hilo de sangre brotó del costado de Reika antes de que pudiera siquiera reaccionar. La hoja había alcanzado su costado, atravesando incluso su defensa corrupta de fuego.
El dolor fue real, pero lo que la detuvo no fue la herida. Fue la sorpresa.
— "¿Cómo...?"
Kazuo no se movió. Mantenía la katana baja, como si no sintiera placer alguno en lo que acababa de hacer.
— "Estabas pensando en él." —dijo en voz baja, sin burla, sin reproche— "Incluso aquí. Incluso ahora. No me veías a mí. Veías sus ojos. Su voz. Lo que dejó atrás."
Reika cayó de rodillas, respirando agitadamente. Las llamas a su alrededor comenzaron a debilitarse. El dominio empezaba a resquebrajarse.
Kazuo levantó la vista hacia el cielo negro de la Catedral.
— "La maldición de clase especial que erradiqué hace una semana... se te fue asignada originalmente a ti." —afirmó— "Solo la tomé porque sabían que tú no estabas... lista."
El suelo vibró con la disonancia entre ambos dominios. Reika tembló, no por miedo, sino por rabia. Consigo misma.
"No porque fueras débil, Reika." —añadió Kazuo— "Pero este es el resultado de cuando un hechicero, no está concentrado en batalla, está destinado a fracasar."
El dominio de Kazuo comenzó a restablecerse dentro de la fractura de la Catedral. Las estatuas se rearmaban lentamente. El juicio seguía en pie.
Reika alzó la cabeza. Su fuego se agitaba como un alma rota. No lloraba, pero algo dentro de ella se resquebrajaba.
— "¿Entonces qué quieres, Kazuo?" —preguntó con voz baja y ronca— "¿Venir a darme una lección? ¿Terminar el trabajo?"
Kazuo guardó su katana.
— "No. Quiero que la próxima vez que alguien te ataque con intención de matarte... estés ahí."
La frase quedó suspendida en el aire.
Y entonces, deshizo su dominio.
El templo desapareció. El fuego negro también. Solo quedaron ellos dos, en medio de la ciudad abandonada, bajo un cielo real, gris y nublado.
Kazuo caminó unos pasos. Y antes de desaparecer, soltó:
— "Si sigues con vida, es gracias a Utahime."
Y como una sombra entre ruinas, se fue.
Reika se quedó sola.
No rota.
— "¿Utahime?"
Pero tampoco entera.
El viento soplaba ceniza sobre el concreto.
Ella cerró los ojos.
— "Gojo..."
Silencio.
Pero dentro de ese silencio... por primera vez, escuchó algo más.
A sí misma.
Enfermería.
Kaito caminaba con una mano en el estómago y la otra en el bolsillo, exagerando una leve cojera que claramente no tenía. Se detuvo frente a la puerta de la enfermería, respiró profundo como si fuera al quirófano... y entró.
— "Uf... Shoko-sensei... creo que tengo algo grave..." —dijo en un tono dramático, llevándose la mano al abdomen— "Un dolor... aquí, justo donde se ubica la soledad... digo, el intestino."
Shoko ni levantó la vista. Seguía revisando unas radiografías en su escritorio, cigarro en la comisura de los labios.
— "¿Comiste cinco ramen otra vez para impresionar a alguien y terminaste con el corazón roto y el estómago colapsado?" —preguntó con ese tono tan neutro que era imposible saber si hablaba en serio o no.
— "No... o bueno, sí, pero el dolor es más profundo." —Kaito se sentó en la camilla, fingiendo sufrimiento— "Creo que necesito atención urgente... quizás... atención emocional. De una profesional. Madura. Misteriosa. Con ojeras sexy."
Shoko lo miró por encima de sus lentes, alzando una ceja. Luego exhaló el humo con calma y sonrió de medio lado.
— "¿Así que ahora estás tratando de ser Gojo 2.0?"
—"Gojo quién." —Kaito se acomodó el cabello— "Yo soy Kaito. Primeros auxilios, pero con flow."
Ella soltó una carcajada genuina. Rara. Sorprendente. El cigarro casi se le cae.
— "¿Y tú crees que funciona así?" —Se acercó con el estetoscopio en mano, mirándolo con diversión— "¿Vienes a fingir dolor para intentar coquetearme como si no hubiera pasado esto antes?"
Kaito sonrió. — "¿Entonces... no soy el primero en intentarlo? Qué decepción. Pensé que tenía algo especial."
Shoko colocó el estetoscopio en su pecho, le miró con falsa seriedad y murmuró:
— "Tu corazón late muy rápido. Debe ser... falta de experiencia."
— "¡F-f-falso! Estoy totalmente capacitado para lidiar con mujeres letales como tú."
Ella lo empujó suavemente con el estetoscopio.
— "No te ofendas, Kaito... pero si yo buscara compañía, no sería alguien que aún cree que hacerse el herido es una técnica de seducción."
— "Y si me rompes el corazón, me puedo quedar en observación, ¿cierto?"
Shoko rió de nuevo, girando para volver a su escritorio.
— "No eres tan malo. Pero aún hueles a pasillo de secundaria." —tiró la carpeta sobre la mesa con desdén cómico— "Vuelve cuando puedas decir algo más que frases torpes."
Kaito se quedó un momento en silencio, luego suspiró... teatral.
— "Voy a considerar eso como un 'tal vez'"
— "Fue un 'no' con afecto." —le respondió ella sin mirarlo.
Kaito bajó de la camilla con la dignidad de un gato que cae mal pero finge que fue a propósito. Antes de salir, se volvió hacia ella.
— "Shoko-sensei... si alguna vez necesita un voluntario para... lo que sea..." —guiñó un ojo.
— "Sí. Ya tengo a Utahime para eso." —le lanzó una bolita de algodón en la frente sin girarse.
Kaito cerró la puerta con una sonrisa en los labios y cero dignidad.
Había fallado.
Pero al menos, había fallado con estilo.
— "Uf... Shoko-sensei... creo que tengo algo grave..." —dijo en un tono dramático, llevándose la mano al abdomen— "Un dolor... aquí, justo donde se ubica la soledad... digo, el intestino."
Shoko ni levantó la vista. Seguía revisando unas radiografías en su escritorio, cigarro en la comisura de los labios.
— "¿Comiste cinco ramen otra vez para impresionar a alguien y terminaste con el corazón roto y el estómago colapsado?" —preguntó con ese tono tan neutro que era imposible saber si hablaba en serio o no.
— "No... o bueno, sí, pero el dolor es más profundo." —Kaito se sentó en la camilla, fingiendo sufrimiento— "Creo que necesito atención urgente... quizás... atención emocional. De una profesional. Madura. Misteriosa. Con ojeras sexy."
Shoko lo miró por encima de sus lentes, alzando una ceja. Luego exhaló el humo con calma y sonrió de medio lado.
— "¿Así que ahora estás tratando de ser Gojo 2.0?"
—"Gojo quién." —Kaito se acomodó el cabello— "Yo soy Kaito. Primeros auxilios, pero con flow."
Ella soltó una carcajada genuina. Rara. Sorprendente. El cigarro casi se le cae.
— "¿Y tú crees que funciona así?" —Se acercó con el estetoscopio en mano, mirándolo con diversión— "¿Vienes a fingir dolor para intentar coquetearme como si no hubiera pasado esto antes?"
Kaito sonrió. — "¿Entonces... no soy el primero en intentarlo? Qué decepción. Pensé que tenía algo especial."
Shoko colocó el estetoscopio en su pecho, le miró con falsa seriedad y murmuró:
— "Tu corazón late muy rápido. Debe ser... falta de experiencia."
— "¡F-f-falso! Estoy totalmente capacitado para lidiar con mujeres letales como tú."
Ella lo empujó suavemente con el estetoscopio.
— "No te ofendas, Kaito... pero si yo buscara compañía, no sería alguien que aún cree que hacerse el herido es una técnica de seducción."
— "Y si me rompes el corazón, me puedo quedar en observación, ¿cierto?"
Shoko rió de nuevo, girando para volver a su escritorio.
— "No eres tan malo. Pero aún hueles a pasillo de secundaria." —tiró la carpeta sobre la mesa con desdén cómico— "Vuelve cuando puedas decir algo más que frases torpes."
Kaito se quedó un momento en silencio, luego suspiró... teatral.
— "Voy a considerar eso como un 'tal vez'"
— "Fue un 'no' con afecto." —le respondió ella sin mirarlo.
Kaito bajó de la camilla con la dignidad de un gato que cae mal pero finge que fue a propósito. Antes de salir, se volvió hacia ella.
— "Shoko-sensei... si alguna vez necesita un voluntario para... lo que sea..." —guiñó un ojo.
— "Sí. Ya tengo a Utahime para eso." —le lanzó una bolita de algodón en la frente sin girarse.
Kaito cerró la puerta con una sonrisa en los labios y cero dignidad.
Había fallado.
Pero al menos, había fallado con estilo.
Oficina de Gojo.
Gojo estaba recostado en su silla giratoria, con los pies sobre el escritorio, un paquete de Pocky en una mano y su celular en la otra. Tenía los lentes de sol bajados hasta la punta de la nariz y tarareaba una canción de idol pop sin vergüenza alguna.
La puerta se abrió sin aviso. Kaito entró como si fuera su casa.
— "Necesito ayuda."
Gojo ni se inmutó. — "¿Rompiste algo, perdiste una maldición o le prendiste fuego a un pasillo?"
— "Peor. Intenté conquistar a Shoko."
Eso sí le llamó la atención. Bajó los pies de golpe.
— "¿Y sigues vivo?"
— "Sí, pero moralmente, no sé si salí ileso."
Gojo lo miró con curiosidad. — "¿Y cómo fue tu aproximación?"
— "Fingí un dolor estomacal y le hablé con voz profunda. Casi le digo 'doctora de mi corazón'."
Gojo se llevó la mano al pecho, conmovido. — "¡Qué romántico! ¡Eso es arte! ¿Y no funcionó?"
Kaito se dejó caer en una silla frente al escritorio. — "Me dijo que olía a pasillo de secundaria."
Gojo lo miró con toda la solemnidad del mundo.
— "Duele, pero es verdad."
— "¿Entonces qué hago? ¡Tú eres mayor, más sabio, más experimentado!"
Gojo sonrió con la tranquilidad de quien no tiene absolutamente nada bajo control.
— "Claro. Te voy a revelar el secreto de todo hechicero con estilo: la técnica ancestral... Desinterés total + una sonrisa peligrosa."
— "¿Funciona?"
— "Claro que no." —Gojo se encogió de hombros— "Pero te hace ver increíble."
Kaito se llevó una mano a la frente, como si hubiera recibido una revelación divina.
— "Por eso siempre actúas como si nada te importa. Es parte del juego."
— "Exacto." —Gojo chasqueó los dedos— "Si te ven demasiado interesado, pierdes. Pero si finges que podrías desaparecer en cualquier momento, te vuelves una leyenda."
— "¿Eso te funcionó con Reika?"
Gojo se quedó en silencio. Luego se puso serio de golpe.
— "...Cambiemos de tema."
Kaito rió. — "¡Te dolió! ¡A ti también te han rechazado!"
Gojo lo apuntó con un palillo de Pocky como si fuera una katana.
— "No fui rechazado. Me sacrifiqué. Por el bien de todos. Como un héroe trágico."
Kaito se llevó la mano al corazón. — "Prometo llevar tu legado... de decisiones idiotas disfrazadas de grandeza."
— "Así me gusta." —Gojo se levantó, caminó hasta una estantería, y sacó un libro polvoriento con la tapa rota— "Este... es el Manual del Encanto Masculino Maldito. Solo se entrega a los elegidos."
Kaito lo tomó como si fuera un tesoro sagrado. Al abrirlo, vio una hoja con dibujos horribles de Gojo en distintas poses.
— "¿Este eres tú haciendo finger guns?"
"Página 3: 'El arma más letal del hechicero moderno'."
Kaito estaba hojeando el "Manual del Encanto Masculino Maldito" con devoción religiosa, mientras Gojo dibujaba más "técnicas infalibles" en una servilleta.
— "Mira, esta se llama 'La mirada 70% misterio, 30% dolor emocional no resuelto'."
Kaito asintió con seriedad. — "Uf, la clásica. Ideal para mujeres que aman arreglar hombres rotos."
Gojo se inclinó hacia él, como si compartiera un secreto milenario.
— "Exacto. Y si eso no funciona, plan B: decir una frase críptica como 'No estoy hecho para ser amado... solo para proteger'. Luego miras por la ventana como si estuvieras pensando en ese plato de comida que tanto deseas comer, pero no tienes ni un peso en el bolsillo y en tu casa solo tienes un pan duro de hace dos días..."
— "¡Eres un genio!"
Y justo cuando Kaito iba a anotar la frase en su cuaderno con corazones alrededor de Shoko♥♥, la puerta se abrió de golpe.
Utahime entró.
La temperatura bajó. La energía maldita subió. Y la presión en la habitación se volvió como la de un dominio incompleto.
— "¿De verdad están hablando de conquistar mujeres como si fueran Pokémons raros?"
Kaito se quedó tieso. Gojo giró su silla hacia ella con una sonrisa que decía 'ya estoy acostumbrado a morir'.
— "Utahime~ qué gusto tenerte aquí. Estábamos hablando de temas profundos. Amor, filosofía, estrategia emocional..."
— "Te escuché decir '30% dolor emocional no resuelto', idiota."
Kaito levantó la mano tímidamente. — "¿Y si son mujeres con complejo de salvadora? ¿No aplica?"
Utahime le lanzó una mirada que podía exorcizar a una maldición de clase especial.
— "¿Sabes qué es lo que más me molesta?" —apuntó a ambos— "Que están convencidos de que esto tiene sentido. ¡Se están inventando una ciencia que no existe!"
Gojo fingió indignación. — "¡¿Cómo que no existe?! ¡Esto es material de investigación avanzada! ¡Reika se enamoró de mí por técnicas como estas!"
— "...Gojo. Reika casi te prende fuego la última vez que te vio."
— "...detalles."
Utahime se cruzó de brazos. — "Debería denunciar esto como conducta inapropiada en horario laboral."
Kaito levantó la mano como si estuviera en clase. — "¿Y si lo llamamos seminario?"
Gojo alzó el libro falso. — "Seminario de Manipulación Emocional Básica: Nivel 1. Avalado por el departamento de idioteces."
Utahime, sin palabras, simplemente se acercó a la estantería, tomó un borrador de pizarra, y se lo lanzó directo a la frente a Gojo. Con precisión de francotirador.
¡POM!
Gojo cayó hacia atrás con una expresión de paz. — "Morí... como viví... diciendo tonterías."
Kaito se levantó lentamente. — "Yo... también debería irme."
Utahime lo detuvo con la mirada. — "Una palabra más sobre miradas de misterio trágico, y te mando a limpiar los baños malditos de primer año."
Kaito asintió. — "Entendido. Mi técnica final será el silencio."
Gojo desde el suelo: — "El silencio... también seduce."
Segundo borrador directo a la cara.
La puerta se abrió sin aviso. Kaito entró como si fuera su casa.
— "Necesito ayuda."
Gojo ni se inmutó. — "¿Rompiste algo, perdiste una maldición o le prendiste fuego a un pasillo?"
— "Peor. Intenté conquistar a Shoko."
Eso sí le llamó la atención. Bajó los pies de golpe.
— "¿Y sigues vivo?"
— "Sí, pero moralmente, no sé si salí ileso."
Gojo lo miró con curiosidad. — "¿Y cómo fue tu aproximación?"
— "Fingí un dolor estomacal y le hablé con voz profunda. Casi le digo 'doctora de mi corazón'."
Gojo se llevó la mano al pecho, conmovido. — "¡Qué romántico! ¡Eso es arte! ¿Y no funcionó?"
Kaito se dejó caer en una silla frente al escritorio. — "Me dijo que olía a pasillo de secundaria."
Gojo lo miró con toda la solemnidad del mundo.
— "Duele, pero es verdad."
— "¿Entonces qué hago? ¡Tú eres mayor, más sabio, más experimentado!"
Gojo sonrió con la tranquilidad de quien no tiene absolutamente nada bajo control.
— "Claro. Te voy a revelar el secreto de todo hechicero con estilo: la técnica ancestral... Desinterés total + una sonrisa peligrosa."
— "¿Funciona?"
— "Claro que no." —Gojo se encogió de hombros— "Pero te hace ver increíble."
Kaito se llevó una mano a la frente, como si hubiera recibido una revelación divina.
— "Por eso siempre actúas como si nada te importa. Es parte del juego."
— "Exacto." —Gojo chasqueó los dedos— "Si te ven demasiado interesado, pierdes. Pero si finges que podrías desaparecer en cualquier momento, te vuelves una leyenda."
— "¿Eso te funcionó con Reika?"
Gojo se quedó en silencio. Luego se puso serio de golpe.
— "...Cambiemos de tema."
Kaito rió. — "¡Te dolió! ¡A ti también te han rechazado!"
Gojo lo apuntó con un palillo de Pocky como si fuera una katana.
— "No fui rechazado. Me sacrifiqué. Por el bien de todos. Como un héroe trágico."
Kaito se llevó la mano al corazón. — "Prometo llevar tu legado... de decisiones idiotas disfrazadas de grandeza."
— "Así me gusta." —Gojo se levantó, caminó hasta una estantería, y sacó un libro polvoriento con la tapa rota— "Este... es el Manual del Encanto Masculino Maldito. Solo se entrega a los elegidos."
Kaito lo tomó como si fuera un tesoro sagrado. Al abrirlo, vio una hoja con dibujos horribles de Gojo en distintas poses.
— "¿Este eres tú haciendo finger guns?"
"Página 3: 'El arma más letal del hechicero moderno'."
Kaito estaba hojeando el "Manual del Encanto Masculino Maldito" con devoción religiosa, mientras Gojo dibujaba más "técnicas infalibles" en una servilleta.
— "Mira, esta se llama 'La mirada 70% misterio, 30% dolor emocional no resuelto'."
Kaito asintió con seriedad. — "Uf, la clásica. Ideal para mujeres que aman arreglar hombres rotos."
Gojo se inclinó hacia él, como si compartiera un secreto milenario.
— "Exacto. Y si eso no funciona, plan B: decir una frase críptica como 'No estoy hecho para ser amado... solo para proteger'. Luego miras por la ventana como si estuvieras pensando en ese plato de comida que tanto deseas comer, pero no tienes ni un peso en el bolsillo y en tu casa solo tienes un pan duro de hace dos días..."
— "¡Eres un genio!"
Y justo cuando Kaito iba a anotar la frase en su cuaderno con corazones alrededor de Shoko♥♥, la puerta se abrió de golpe.
Utahime entró.
La temperatura bajó. La energía maldita subió. Y la presión en la habitación se volvió como la de un dominio incompleto.
— "¿De verdad están hablando de conquistar mujeres como si fueran Pokémons raros?"
Kaito se quedó tieso. Gojo giró su silla hacia ella con una sonrisa que decía 'ya estoy acostumbrado a morir'.
— "Utahime~ qué gusto tenerte aquí. Estábamos hablando de temas profundos. Amor, filosofía, estrategia emocional..."
— "Te escuché decir '30% dolor emocional no resuelto', idiota."
Kaito levantó la mano tímidamente. — "¿Y si son mujeres con complejo de salvadora? ¿No aplica?"
Utahime le lanzó una mirada que podía exorcizar a una maldición de clase especial.
— "¿Sabes qué es lo que más me molesta?" —apuntó a ambos— "Que están convencidos de que esto tiene sentido. ¡Se están inventando una ciencia que no existe!"
Gojo fingió indignación. — "¡¿Cómo que no existe?! ¡Esto es material de investigación avanzada! ¡Reika se enamoró de mí por técnicas como estas!"
— "...Gojo. Reika casi te prende fuego la última vez que te vio."
— "...detalles."
Utahime se cruzó de brazos. — "Debería denunciar esto como conducta inapropiada en horario laboral."
Kaito levantó la mano como si estuviera en clase. — "¿Y si lo llamamos seminario?"
Gojo alzó el libro falso. — "Seminario de Manipulación Emocional Básica: Nivel 1. Avalado por el departamento de idioteces."
Utahime, sin palabras, simplemente se acercó a la estantería, tomó un borrador de pizarra, y se lo lanzó directo a la frente a Gojo. Con precisión de francotirador.
¡POM!
Gojo cayó hacia atrás con una expresión de paz. — "Morí... como viví... diciendo tonterías."
Kaito se levantó lentamente. — "Yo... también debería irme."
Utahime lo detuvo con la mirada. — "Una palabra más sobre miradas de misterio trágico, y te mando a limpiar los baños malditos de primer año."
Kaito asintió. — "Entendido. Mi técnica final será el silencio."
Gojo desde el suelo: — "El silencio... también seduce."
Segundo borrador directo a la cara.
Entrada del Instituto, al atardecer.
El cielo comenzaba a teñirse de tonos naranjas y morados. Reika cruzó lentamente la verja del instituto, su maleta colgando floja de su hombro, sus ojos apagados. El camino de regreso nunca se sintió tan largo, ni el edificio tan distante.
"Distraída."
"Casi mueres."
"No por débil... por no estar presente."
Las palabras de Kazuo le retumbaban como un eco molesto que no quería callar. No tenía energía ni para enojarse. Solo... cansancio. De ella misma. De lo que era. De lo que no podía ser.
—"Qué tontería..." —murmuró, apretando el mango de su maleta—. "¿Para qué volví siquiera...?"
Pero entonces lo vio.
Apoyado con pose forzada contra la baranda del edificio principal, usando lentes de sol a pesar del atardecer, un café en una mano y una bolsa de pan de melón en la otra.
Gojo Satoru.
—"¿Quién diría que el instituto volvería a tener una amenaza de clase especial?" —dijo con una sonrisa torcida al verla—. "Y mira... sin necesidad de maldiciones esta vez."
Reika parpadeó. Lo miró sin saber si estaba enojada, sorprendida... o agradecida.
—"No estás diciendo que yo soy la amenaza..."
—"¿Lo estoy insinuando? Sí. ¿Lo estoy confirmando? También."
Dio un paso hacia ella, bajándose los lentes.
—"Aunque no lo parezca... estuve esperándote."
—"¿Para qué? ¿Para hacerme sentir peor?" —murmuró, bajando la mirada.
Gojo bajó el tono, su voz más suave de lo normal.
—"No. Para recordarte que no estás sola... aunque te guste hacerte la mártir silenciosa con cara de 'nadie me entiende'."
Ella apretó los labios. Casi se le escapa una sonrisa.
—"Suena a que tú tampoco me entiendes."
—"¿Yo?" —levantó un dedo con aire teatral— "¡Soy un experto en chicas emocionalmente inestables que controlan fuego oscuro y destruyen edificios por accidente!"
Reika alzó una ceja. —"Qué currículum más específico."
—"Lo sé. Es lo que me hace irresistible."
Ella soltó una risa, una de verdad. No forzada. No fingida. Una que no hacía hace semanas. Gojo la miró en silencio por un momento, como si tratara de grabar ese instante en la memoria.
—"Estás más flaca," —dijo de pronto, como quien nota algo fuera de lugar—. "Y no hablo de cuerpo. Hablo de ti. Te encogiste."
—"Kazuo dijo que casi muero por estar distraída."
—"Kazuo siempre parece estar juzgando a todos como si fuera un juez de MasterChef."
—"Pero tenía razón."
Gojo suspiró. Caminó hasta quedar frente a ella, inclinándose para quedar a su altura.
—"Tal vez sí. Pero ¿sabes qué? No te lo dijo para herirte. Te lo dijo porque eres demasiado buena como para morir por una distracción. Tú misma lo sabes."
Ella lo miró. Por un segundo, solo un segundo, pensó en abrazarlo. Pero no lo hizo.
—"Estuve pensando en irme del instituto."
Gojo se encogió de hombros.
—"¿Y dejarme sin mi compañera de humor ácido y cara de 'me importa todo una mierda'? Ni lo sueñes."
Reika soltó otra risa. Más ligera esta vez.
—"¿Y si lo sueño?"
—"Entonces invado tu Dominio y te despierto con pan de melón. Traje dos."
Le extendió una bolsa. Ella dudó un segundo... y la tomó. El crujido del plástico fue casi reconfortante.
—"Bienvenida de nuevo, Reika."
Ella respiró hondo. Por primera vez en días, sintió que podía hacerlo sin que le doliera el pecho.
—"Gracias, cabeza de hisopo."
Gojo sonrió.
—"Casi suena a un te extrañé."
—"Casi. No te emociones."
—"Muy tarde. Ya estoy escribiendo una canción en mi cabeza."
"Distraída."
"Casi mueres."
"No por débil... por no estar presente."
Las palabras de Kazuo le retumbaban como un eco molesto que no quería callar. No tenía energía ni para enojarse. Solo... cansancio. De ella misma. De lo que era. De lo que no podía ser.
—"Qué tontería..." —murmuró, apretando el mango de su maleta—. "¿Para qué volví siquiera...?"
Pero entonces lo vio.
Apoyado con pose forzada contra la baranda del edificio principal, usando lentes de sol a pesar del atardecer, un café en una mano y una bolsa de pan de melón en la otra.
Gojo Satoru.
—"¿Quién diría que el instituto volvería a tener una amenaza de clase especial?" —dijo con una sonrisa torcida al verla—. "Y mira... sin necesidad de maldiciones esta vez."
Reika parpadeó. Lo miró sin saber si estaba enojada, sorprendida... o agradecida.
—"No estás diciendo que yo soy la amenaza..."
—"¿Lo estoy insinuando? Sí. ¿Lo estoy confirmando? También."
Dio un paso hacia ella, bajándose los lentes.
—"Aunque no lo parezca... estuve esperándote."
—"¿Para qué? ¿Para hacerme sentir peor?" —murmuró, bajando la mirada.
Gojo bajó el tono, su voz más suave de lo normal.
—"No. Para recordarte que no estás sola... aunque te guste hacerte la mártir silenciosa con cara de 'nadie me entiende'."
Ella apretó los labios. Casi se le escapa una sonrisa.
—"Suena a que tú tampoco me entiendes."
—"¿Yo?" —levantó un dedo con aire teatral— "¡Soy un experto en chicas emocionalmente inestables que controlan fuego oscuro y destruyen edificios por accidente!"
Reika alzó una ceja. —"Qué currículum más específico."
—"Lo sé. Es lo que me hace irresistible."
Ella soltó una risa, una de verdad. No forzada. No fingida. Una que no hacía hace semanas. Gojo la miró en silencio por un momento, como si tratara de grabar ese instante en la memoria.
—"Estás más flaca," —dijo de pronto, como quien nota algo fuera de lugar—. "Y no hablo de cuerpo. Hablo de ti. Te encogiste."
—"Kazuo dijo que casi muero por estar distraída."
—"Kazuo siempre parece estar juzgando a todos como si fuera un juez de MasterChef."
—"Pero tenía razón."
Gojo suspiró. Caminó hasta quedar frente a ella, inclinándose para quedar a su altura.
—"Tal vez sí. Pero ¿sabes qué? No te lo dijo para herirte. Te lo dijo porque eres demasiado buena como para morir por una distracción. Tú misma lo sabes."
Ella lo miró. Por un segundo, solo un segundo, pensó en abrazarlo. Pero no lo hizo.
—"Estuve pensando en irme del instituto."
Gojo se encogió de hombros.
—"¿Y dejarme sin mi compañera de humor ácido y cara de 'me importa todo una mierda'? Ni lo sueñes."
Reika soltó otra risa. Más ligera esta vez.
—"¿Y si lo sueño?"
—"Entonces invado tu Dominio y te despierto con pan de melón. Traje dos."
Le extendió una bolsa. Ella dudó un segundo... y la tomó. El crujido del plástico fue casi reconfortante.
—"Bienvenida de nuevo, Reika."
Ella respiró hondo. Por primera vez en días, sintió que podía hacerlo sin que le doliera el pecho.
—"Gracias, cabeza de hisopo."
Gojo sonrió.
—"Casi suena a un te extrañé."
—"Casi. No te emociones."
—"Muy tarde. Ya estoy escribiendo una canción en mi cabeza."
Sólos en la azotea.
El cielo estaba despejado. Las estrellas titilaban con descaro, como si no supieran nada del mundo roto debajo. Reika se apoyó contra la baranda, los brazos cruzados, tratando de no temblar. Gojo estaba a su lado, en silencio, con las manos en los bolsillos del abrigo.
Gojo se coló tras Reika, rodeando sus caderas con sus brazos firmes, presionando su cuerpo contra el suyo con un toque cálido y seductor. Ella se sorprendió, pero enseguida se relajó, empujando su trasero contra él en un gesto instintivo, ansiosa por sentir su calor y su cercanía después de dos largas y tortuosas semanas.
Un rubor rosado invadió sus mejillas al darse cuenta de lo cerca que estaba, tan cerca que podía sentir el olor de su piel, el latir de su corazón. Era un toque íntimo, prohibido, que la hacía sentir viva de nuevo, más que nunca antes. Gojo podía sentir el temblor de su respiración, la suave curva de su trasero contra su entrepierna.
—"¿Qué haces?" —Reika susurró con un suspiro, su sonrisa apenas visible en el rostro sonrojado. Gojo se echó a reír, su voz ronca y sensual en su oído.
—"¿Que estoy haciendo? ¿Has estado dos largas semanas lejos, y me preguntas qué estoy haciendo?"
Su mano se deslizó bajo el uniforme de la muchacha, sintiendo la suave piel de sus caderas tensarse bajo su toque. Rio de nuevo, sus dedos acariciando la curva de su cuerpo, su voz ronca y seductora en su oído.
—"Mmm... ¿lo necesitabas verdad? No puedes negarlo, te puedo sentir..." —Presionó su cuerpo contra ella, su erección firme contra la suave curva de sus nalgas.
Reika gimió sin querer, su respiración acelerándose. —"¿Te gusta eso, Reika? ¿Te gusta sentir mis manos así? ¿y mis dedos?" —Gojo susurró contra su oreja, su aliento caliente contra la piel de ella.
Gojo la apretó contra la baranda, sintiendo el cuerpo de Reika temblar bajo su toque. Ella soltó un jadeo ahogado, su respiración agitada, su pecho subiendo y bajando con cada inspiración y exhalación. Notó cómo sus pechos se elevaban y caían, los pezones endurecidos por el deseo, como si estuvieran pidiendo su atención.
Gojo se inclinó, su aliento caliente acariciando la oreja de la muchacha antes de susurrar con voz ronca en su oído.
—"Mmm, veo que sientes lo mismo, ¿verdad? Tu cuerpo no miente, ni tus pezones endurecidos..."
—"S-¡Sí! Me gusta... mucho" —Admitió con un susurro ronco, moviendo sus caderas hacia atrás, con fuerza, ejerciendo presión, su trasero se encontró con la dura erección de él.
—"Mmm, entonces déjame hacerte sentir como lo necesitas," —Gojo murmuró con un gruñido, su mano libre deslizándose hacia arriba para agarrar con fuerza la baranda, apretando sus dedos alrededor del metal frío mientras presionaba su erección contra el trasero de Reika.
Ella se movía contra él con fuerza, frotándose en su miembro duro, sus caderas chocando contra él en un ritmo acelerado. Gojo jadeó al sentir la sensación increíble, su control flaqueando ante la pasión desenfrenada de la muchacha.
—"Joder, Reika... ¿así te gusta? ¡Más! ¡Muéstrame cuánto lo deseas!"
Gojo gruñó con un gemido ronco de placer, su cuerpo tensándose casi al borde del éxtasis solo por el intenso contacto con el trasero de Reika.
La sensación de sus caderas chocando contra su erección era exquisita, como si la fricción pudiera llevarlo a la locura en cualquier momento. Con una mano, aferró la baranda con fuerza, los nudillos blancos contra el metal frío, mientras la otra se deslizaba bajo la falda de la muchacha, encontrando la humedad cálida de su sexo.
Gojo le frotó el clítoris con dedos expertos, sentía cómo se hinchaba y palpitaba bajo su tacto, cómo ella se arqueaba y se retorcía contra su palma, buscando más, necesitando más.
Comenzó a acariciarla con más firmeza, su pulgar presionando contra el nudo del clítoris a través de la delgada tela de sus bragas. Reika gimió, su cuerpo estremeciéndose bajo su toque experto.
—"¡Oh, Dios! Sigue... por dios no te detengas..." —Pidió con una voz entrecortada, su cabeza cayendo hacia atrás para exponer su cuello a sus caricias. —"Quiero más, por favor"
Gojo sonrió, saboreando el aroma de la pasión que flotaba en el aire. Con una velocidad y destreza comparable a la que demostraba en combate, desabrochó los botones de su propia chaqueta y arrancó la de Reika, revelando los firmes y sensibles pechos de la muchacha.
La blusa blanca se deslizó hacia abajo, dejando al descubierto la piel pálida y delicada, los pezones rosados y endurecidos por el deseo.
—"Mmm, tan bonita," —murmuró Gojo, su voz cargada de lujuria mientras posaba sus manos en los pechos de Reika, acariciándolos con dedos calientes y ávidos.
De un movimiento audaz y apasionado, Gojo la giró bruscamente, sus manos posándose con firmeza en los hombros de Reika mientras su boca se abalanzaba sobre un pezón erecto, mordisqueándolo suavemente con un gemido de placer.
La muchacha se estremeció, sus dedos entrelazándose con el cabello de él, intentando atraerlo más cerca de su pecho. Gojo se complació, su lengua circundando el pezón rosado antes de chuparlo con más fuerza, succionando con avidez mientras sus labios masajeaban la delicada piel.
Reika gemía, su cuerpo arqueándose contra él, los pechos balanceándose con cada movimiento, los pezones endurecidos por el deseo.
Mientras tanto, Gojo deslizó nuevamente su mano por debajo de la falda de Reika, sus dedos encontrando el calor húmedo y cálido entre sus piernas. Gimió ante el tacto del sexo resbaladizo, su pulgar pasando sobre su hinchado clítoris con un toque experto y seductor.
Reika se estremeció, su cuerpo tensándose bajo su toque, un gemido ahogado escapando de sus labios.
—"Estás tan mojada, Reika... ¿Quieres que te haga sentir bien?" susurró Gojo, su voz ronca y cargada de lujuria mientras acariciaba su clítoris con más fuerza, su pulgar dibujando círculos lentos y presionados sobre el nódulo sensible.
—"¡Sí, por favor! Me vuelves loca" —Su cabeza tirándose hacia atrás mientras Gojo la besaba y lamía con pasión. Él sonrió, le encantaba el poder que ejercía sobre ella, Reika se convulsionó, sus piernas temblaban, un grito ahogado escapando de sus labios.
—"¡Oh, ¡Dios, sí! Así... así es," jadeó Reika, su mano aferrándose a la manga de Gojo mientras su cuerpo se estrem aholaba bajo sus toques expertos y posesivos. Gojo continuó su ataque, su lengua descendiendo desde los firmes pechos de Reika, por su abdomen plano y suave, hasta llegar a la cintura de la muchacha.
Luego, con un movimiento rápido y lleno de lujuria, subió la falda de Reika hasta la cintura, y bajó sus bragas por sus muslos con una suavidad que contrastaba con la intensidad de su deseo. De repente, su intimidad estaba expuesta, el vello escaso y la humedad cálida invitando a su toque.
—"Mmm, tan perfecta," murmuró Gojo, admirando la vista de la húmeda y sensible vagina de Reika. Separó sus muslos, exponiendo a su merced su intimidad, y se acercó, su aliento caliente rozando la piel de la muchacha antes de rozar sus labios con la punta de la lengua. Reika gimió, su cuerpo arqueándose violentamente ante la sensación, sus dedos aferrándose a la ropa de Gojo en un intento desesperado por mantenerlo a raya.
—"¡Gojo! ¡No, espera!" intentó detenerlo, pero sus palabras se convirtieron en un grito de placer cuando Gojo deslizó su lengua por sus pliegues sensibles, sumergiéndose en su caliente y húmeda interior.
Él estaba caliente, hambriento, dos semanas habían sido el tiempo suficiente para volverlo loco y desear el cuerpo de su alumna favorita como siempre lo había hecho. Esa piel pálida, suave que lo volvía loco, el cuerpo de la mujer que él había tomado como suya. Gojo se sumergió en la carne de Reika, su lengua explorando cada curva y valle, saboreando su sabor, su textura, su calor.
Era adictivo, embriagador, y él no podía saciarse, no podía dejar de disfrutar de ese placer exquisito que solo ella podía proporcionarle.
Cuándo estaba a punto de llevarla al borde del éxtasis, Gojo se detuvo, sonriendo frente a su entrepierna antes de ponerse de pie frente a ella. Luego, con una pasión desenfrenada, la besó, su lengua invadiendo su boca con avidez, saboreando su sabor, su dulzor. Ella pudo sentir el sabor de sí misma en sus labios, y sintió un escalofrío de placer al darse cuenta de que a él le encantaba hacer esto.
Su lengua se deslizaba con libertad, moviéndose como si fuera su dueño, sus labios moviéndose frenéticamente contra los de ella, buscando devorarla con cada movimiento.
De pronto y sin aviso, Gojo se arrancó de la boca de Reika, su rostro cubierto de saliva y su aliento entrecortado. La miró con ojos ardientes, su erección golpeando contra la tela de su pantalón con un deseo incontenible.
—"Te necesito, Reika. Ahora," dijo con voz ronca, su mano agarrando su cadera con fuerza y levantándola con facilidad, sentándola contra la baranda.
Un escalofrío recorrió la piel de la muchacha al sentir el frío de la baranda bajo sus nalgas, y la altura a la que la había colocado. Estaban muy altos, pero a Gojo no le importaba, o incluso le excitaba más esta posición desafiante y peligrosa.
Reika gimió, sus piernas rodeando la cintura de Gojo mientras él desabrochaba sus pantalones con impaciencia, revelando la dura y palpitante erección que esperaba dentro.
—"Gojo, ¿estás seguro? ¿aquí?" —preguntó ella, su voz cargada de deseo y necesidad, a pesar de la precaución que expresaba.
—"No puedo esperar más, Reika. Necesito follarte nena," —admitió él, dejando finalmente a la vista su gran y gorda verga, jugosa, con venas palpitantes que rodeaban su longitud, brillante de líquido pre seminal, hinchada ante la desesperación de entrar en ella.
Con una mano firme, Gojo rodeó su eje, guiándolo hacia la estrecha entrada de ella. Reika gritó de placer y dolor al sentir la invasión de Gojo, su cuerpo estirándose alrededor de su dura verga, estaba duro como una roca, se sentía firme bastante firme.
Gojo se detuvo un momento cuando su hinchada cabeza chocó contra el útero de Reika, había metido todo, hasta la base, y empujaba sus caderas aún más firmes, queriendo ir más allá y porque sabía que esto le hacía doler.
La muchacha gimió, su cuerpo tensándose alrededor de su verga, su interior apretando con un placer perverso.
—"Oh... que delicia, mira cómo toco tu útero, Reika. ¿Te gusta?" —preguntó con una sonrisa maliciosa, disfrutando del gemido de su alumna y de la sensación de su vientre palpitando contra él.
—"Te veo tan necesitada, tan hambrienta de mí, nena. ¡No puedo resistir más! ¡Voy a follarte hasta que no puedas caminar!" —Gojo gruñó, su voz cargada de lujuria y posesividad.
Con un movimiento brusco, comenzó a embestirla, sus caderas chocando contra las de Reika con fuerza, su verga palpitando dentro de ella con cada embestida. La muchacha gritó, su cuerpo arqueándose, creando un ritmo intenso y salvaje.
La baranda crujía bajo su peso, y los objetos cercanos temblaban con cada embestida. Gojo la penetraba con salvajez, su interior siendo estirado y llenado por su gran eje.
—"¡Gojo! ¡Dios, sí! ¡Así, más, más!"
—"¡Joder, eres tan apretada! Me vas a hacer perder la cabeza" —Gojo gruñó, sus dedos aferrándose a las caderas de Reika mientras la penetraba con fuerza. Reika gimió, sus uñas clavándose en la espalda de Gojo mientras él la tomaba con brutal intensidad.
La lujuria se apoderó de ellos, y Gojo comenzó a moverse con una velocidad frenética, su verga entrando y saliendo de Reika con un sonoro chapoteo.
Reika se agarró a él, sus piernas envolviéndolo como un lazo, sus músculos internos apretándose alrededor de su pene como si no quisieran soltarlo nunca. Gojo se arqueó, sus hombros cubiertos de gotas de sudor, su aliento caliente en el cuello de Reika.
— "¡Reika, mierda! Te voy a llenar de semen, voy a disparar directo a tu útero" —Gruñó Gojo, sus caderas golpeando con fuerza contra las de ella.
Reika gimió, su cuerpo estremeciéndose con cada embestida de Gojo. Su clítoris palpitaba, necesitando ese toque adicional para llevarla al clímax. Con una mano, Gojo se deslizó entre sus cuerpos y comenzó a frotar su clítoris con el dedo, aumentando la intensidad de su penetración.
Reika gritó, su orgasmo explotando dentro de ella, sus paredes internas contrayéndose alrededor de Gojo como un puño. Gojo siguió moviéndose, llevándola por la onda de placer, hasta que él también llegó al clímax. Con un rugido, se derramó dentro de Reika, su semen caliente inundando su interior.
El detuvo, sus caderas apoyadas contra las de Reika, su erección aún dura dentro de ella. Respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando con cada exhalación.
Reika se desplomó contra él, su cuerpo temblando con el final de su orgasmo. Gojo la abrazó, su boca besando su cuello y su hombro, dejando un rastro de saliva y besos en su piel caliente.
—"Eso fue increíble, Reika. Joder como extrañaba esto" —Susurró Gojo, su voz ronca de placer y satisfecho. Reika sonrió, su cuerpo temblando aún pero satisfecha. Miró a Gojo, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y afecto.
—"Yo también, Gojo. Joder... nada que una buena follada no pueda solucionar..."
El sonrió con complicidad, retirándose lentamente de su interior, subió sus pantalones con una sonrisa pícara
—"Uff lo necesitaba"—confesó, ella sonrió y también confesó.
—"También lo necesitaba, te necesitaba, cuando estamos así, olvido todo..." —dijo sonriendo, ajustando su uniforme.
Él entonces dio un gran suspiro y se apoyó en el barandal.
Gojo cerró los ojos, disfrutando de la placentera sensación después del sexo. Se rio suavemente al escuchar las palabras de Reika, su voz suave y cálida.
—"Sí, cuando estamos así, el mundo se detiene, y solo hay nosotros dos" —Admitió, abriendo los ojos para mirarla con un brillo pícaro en ellos. —"Y te deseo tanto, Reika. Demasiado" —Susurró, acercándose a ella y acariciando su mejilla con el dorso de su mano. Reika se estremeció ante el toque, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.
—"Yo también te deseo, Gojo. Mucho más de lo que debería" —Confesó, mirándolo con ojos húmedos y deseosos.
Gojo sonrió, sus labios curvándose en un gesto seductor. Acercó su rostro al de Reika, sus narices casi tocándose. Susurro con voz ronca en su oído:
—"No puedo evitarlo. Me atraes demasiado, eres mi adicción, pequeña pirómana" —Sus palabras eran un susurro, pero su significado resonaba con claridad. Reika sintió un escalofrío recorrer su espalda, su pecho subiendo y bajando con cada respiración agitada.
Gojo se coló tras Reika, rodeando sus caderas con sus brazos firmes, presionando su cuerpo contra el suyo con un toque cálido y seductor. Ella se sorprendió, pero enseguida se relajó, empujando su trasero contra él en un gesto instintivo, ansiosa por sentir su calor y su cercanía después de dos largas y tortuosas semanas.
Un rubor rosado invadió sus mejillas al darse cuenta de lo cerca que estaba, tan cerca que podía sentir el olor de su piel, el latir de su corazón. Era un toque íntimo, prohibido, que la hacía sentir viva de nuevo, más que nunca antes. Gojo podía sentir el temblor de su respiración, la suave curva de su trasero contra su entrepierna.
—"¿Qué haces?" —Reika susurró con un suspiro, su sonrisa apenas visible en el rostro sonrojado. Gojo se echó a reír, su voz ronca y sensual en su oído.
—"¿Que estoy haciendo? ¿Has estado dos largas semanas lejos, y me preguntas qué estoy haciendo?"
Su mano se deslizó bajo el uniforme de la muchacha, sintiendo la suave piel de sus caderas tensarse bajo su toque. Rio de nuevo, sus dedos acariciando la curva de su cuerpo, su voz ronca y seductora en su oído.
—"Mmm... ¿lo necesitabas verdad? No puedes negarlo, te puedo sentir..." —Presionó su cuerpo contra ella, su erección firme contra la suave curva de sus nalgas.
Reika gimió sin querer, su respiración acelerándose. —"¿Te gusta eso, Reika? ¿Te gusta sentir mis manos así? ¿y mis dedos?" —Gojo susurró contra su oreja, su aliento caliente contra la piel de ella.
Gojo la apretó contra la baranda, sintiendo el cuerpo de Reika temblar bajo su toque. Ella soltó un jadeo ahogado, su respiración agitada, su pecho subiendo y bajando con cada inspiración y exhalación. Notó cómo sus pechos se elevaban y caían, los pezones endurecidos por el deseo, como si estuvieran pidiendo su atención.
Gojo se inclinó, su aliento caliente acariciando la oreja de la muchacha antes de susurrar con voz ronca en su oído.
—"Mmm, veo que sientes lo mismo, ¿verdad? Tu cuerpo no miente, ni tus pezones endurecidos..."
—"S-¡Sí! Me gusta... mucho" —Admitió con un susurro ronco, moviendo sus caderas hacia atrás, con fuerza, ejerciendo presión, su trasero se encontró con la dura erección de él.
—"Mmm, entonces déjame hacerte sentir como lo necesitas," —Gojo murmuró con un gruñido, su mano libre deslizándose hacia arriba para agarrar con fuerza la baranda, apretando sus dedos alrededor del metal frío mientras presionaba su erección contra el trasero de Reika.
Ella se movía contra él con fuerza, frotándose en su miembro duro, sus caderas chocando contra él en un ritmo acelerado. Gojo jadeó al sentir la sensación increíble, su control flaqueando ante la pasión desenfrenada de la muchacha.
—"Joder, Reika... ¿así te gusta? ¡Más! ¡Muéstrame cuánto lo deseas!"
Gojo gruñó con un gemido ronco de placer, su cuerpo tensándose casi al borde del éxtasis solo por el intenso contacto con el trasero de Reika.
La sensación de sus caderas chocando contra su erección era exquisita, como si la fricción pudiera llevarlo a la locura en cualquier momento. Con una mano, aferró la baranda con fuerza, los nudillos blancos contra el metal frío, mientras la otra se deslizaba bajo la falda de la muchacha, encontrando la humedad cálida de su sexo.
Gojo le frotó el clítoris con dedos expertos, sentía cómo se hinchaba y palpitaba bajo su tacto, cómo ella se arqueaba y se retorcía contra su palma, buscando más, necesitando más.
Comenzó a acariciarla con más firmeza, su pulgar presionando contra el nudo del clítoris a través de la delgada tela de sus bragas. Reika gimió, su cuerpo estremeciéndose bajo su toque experto.
—"¡Oh, Dios! Sigue... por dios no te detengas..." —Pidió con una voz entrecortada, su cabeza cayendo hacia atrás para exponer su cuello a sus caricias. —"Quiero más, por favor"
Gojo sonrió, saboreando el aroma de la pasión que flotaba en el aire. Con una velocidad y destreza comparable a la que demostraba en combate, desabrochó los botones de su propia chaqueta y arrancó la de Reika, revelando los firmes y sensibles pechos de la muchacha.
La blusa blanca se deslizó hacia abajo, dejando al descubierto la piel pálida y delicada, los pezones rosados y endurecidos por el deseo.
—"Mmm, tan bonita," —murmuró Gojo, su voz cargada de lujuria mientras posaba sus manos en los pechos de Reika, acariciándolos con dedos calientes y ávidos.
De un movimiento audaz y apasionado, Gojo la giró bruscamente, sus manos posándose con firmeza en los hombros de Reika mientras su boca se abalanzaba sobre un pezón erecto, mordisqueándolo suavemente con un gemido de placer.
La muchacha se estremeció, sus dedos entrelazándose con el cabello de él, intentando atraerlo más cerca de su pecho. Gojo se complació, su lengua circundando el pezón rosado antes de chuparlo con más fuerza, succionando con avidez mientras sus labios masajeaban la delicada piel.
Reika gemía, su cuerpo arqueándose contra él, los pechos balanceándose con cada movimiento, los pezones endurecidos por el deseo.
Mientras tanto, Gojo deslizó nuevamente su mano por debajo de la falda de Reika, sus dedos encontrando el calor húmedo y cálido entre sus piernas. Gimió ante el tacto del sexo resbaladizo, su pulgar pasando sobre su hinchado clítoris con un toque experto y seductor.
Reika se estremeció, su cuerpo tensándose bajo su toque, un gemido ahogado escapando de sus labios.
—"Estás tan mojada, Reika... ¿Quieres que te haga sentir bien?" susurró Gojo, su voz ronca y cargada de lujuria mientras acariciaba su clítoris con más fuerza, su pulgar dibujando círculos lentos y presionados sobre el nódulo sensible.
—"¡Sí, por favor! Me vuelves loca" —Su cabeza tirándose hacia atrás mientras Gojo la besaba y lamía con pasión. Él sonrió, le encantaba el poder que ejercía sobre ella, Reika se convulsionó, sus piernas temblaban, un grito ahogado escapando de sus labios.
—"¡Oh, ¡Dios, sí! Así... así es," jadeó Reika, su mano aferrándose a la manga de Gojo mientras su cuerpo se estrem aholaba bajo sus toques expertos y posesivos. Gojo continuó su ataque, su lengua descendiendo desde los firmes pechos de Reika, por su abdomen plano y suave, hasta llegar a la cintura de la muchacha.
Luego, con un movimiento rápido y lleno de lujuria, subió la falda de Reika hasta la cintura, y bajó sus bragas por sus muslos con una suavidad que contrastaba con la intensidad de su deseo. De repente, su intimidad estaba expuesta, el vello escaso y la humedad cálida invitando a su toque.
—"Mmm, tan perfecta," murmuró Gojo, admirando la vista de la húmeda y sensible vagina de Reika. Separó sus muslos, exponiendo a su merced su intimidad, y se acercó, su aliento caliente rozando la piel de la muchacha antes de rozar sus labios con la punta de la lengua. Reika gimió, su cuerpo arqueándose violentamente ante la sensación, sus dedos aferrándose a la ropa de Gojo en un intento desesperado por mantenerlo a raya.
—"¡Gojo! ¡No, espera!" intentó detenerlo, pero sus palabras se convirtieron en un grito de placer cuando Gojo deslizó su lengua por sus pliegues sensibles, sumergiéndose en su caliente y húmeda interior.
Él estaba caliente, hambriento, dos semanas habían sido el tiempo suficiente para volverlo loco y desear el cuerpo de su alumna favorita como siempre lo había hecho. Esa piel pálida, suave que lo volvía loco, el cuerpo de la mujer que él había tomado como suya. Gojo se sumergió en la carne de Reika, su lengua explorando cada curva y valle, saboreando su sabor, su textura, su calor.
Era adictivo, embriagador, y él no podía saciarse, no podía dejar de disfrutar de ese placer exquisito que solo ella podía proporcionarle.
Cuándo estaba a punto de llevarla al borde del éxtasis, Gojo se detuvo, sonriendo frente a su entrepierna antes de ponerse de pie frente a ella. Luego, con una pasión desenfrenada, la besó, su lengua invadiendo su boca con avidez, saboreando su sabor, su dulzor. Ella pudo sentir el sabor de sí misma en sus labios, y sintió un escalofrío de placer al darse cuenta de que a él le encantaba hacer esto.
Su lengua se deslizaba con libertad, moviéndose como si fuera su dueño, sus labios moviéndose frenéticamente contra los de ella, buscando devorarla con cada movimiento.
De pronto y sin aviso, Gojo se arrancó de la boca de Reika, su rostro cubierto de saliva y su aliento entrecortado. La miró con ojos ardientes, su erección golpeando contra la tela de su pantalón con un deseo incontenible.
—"Te necesito, Reika. Ahora," dijo con voz ronca, su mano agarrando su cadera con fuerza y levantándola con facilidad, sentándola contra la baranda.
Un escalofrío recorrió la piel de la muchacha al sentir el frío de la baranda bajo sus nalgas, y la altura a la que la había colocado. Estaban muy altos, pero a Gojo no le importaba, o incluso le excitaba más esta posición desafiante y peligrosa.
Reika gimió, sus piernas rodeando la cintura de Gojo mientras él desabrochaba sus pantalones con impaciencia, revelando la dura y palpitante erección que esperaba dentro.
—"Gojo, ¿estás seguro? ¿aquí?" —preguntó ella, su voz cargada de deseo y necesidad, a pesar de la precaución que expresaba.
—"No puedo esperar más, Reika. Necesito follarte nena," —admitió él, dejando finalmente a la vista su gran y gorda verga, jugosa, con venas palpitantes que rodeaban su longitud, brillante de líquido pre seminal, hinchada ante la desesperación de entrar en ella.
Con una mano firme, Gojo rodeó su eje, guiándolo hacia la estrecha entrada de ella. Reika gritó de placer y dolor al sentir la invasión de Gojo, su cuerpo estirándose alrededor de su dura verga, estaba duro como una roca, se sentía firme bastante firme.
Gojo se detuvo un momento cuando su hinchada cabeza chocó contra el útero de Reika, había metido todo, hasta la base, y empujaba sus caderas aún más firmes, queriendo ir más allá y porque sabía que esto le hacía doler.
La muchacha gimió, su cuerpo tensándose alrededor de su verga, su interior apretando con un placer perverso.
—"Oh... que delicia, mira cómo toco tu útero, Reika. ¿Te gusta?" —preguntó con una sonrisa maliciosa, disfrutando del gemido de su alumna y de la sensación de su vientre palpitando contra él.
—"Te veo tan necesitada, tan hambrienta de mí, nena. ¡No puedo resistir más! ¡Voy a follarte hasta que no puedas caminar!" —Gojo gruñó, su voz cargada de lujuria y posesividad.
Con un movimiento brusco, comenzó a embestirla, sus caderas chocando contra las de Reika con fuerza, su verga palpitando dentro de ella con cada embestida. La muchacha gritó, su cuerpo arqueándose, creando un ritmo intenso y salvaje.
La baranda crujía bajo su peso, y los objetos cercanos temblaban con cada embestida. Gojo la penetraba con salvajez, su interior siendo estirado y llenado por su gran eje.
—"¡Gojo! ¡Dios, sí! ¡Así, más, más!"
—"¡Joder, eres tan apretada! Me vas a hacer perder la cabeza" —Gojo gruñó, sus dedos aferrándose a las caderas de Reika mientras la penetraba con fuerza. Reika gimió, sus uñas clavándose en la espalda de Gojo mientras él la tomaba con brutal intensidad.
La lujuria se apoderó de ellos, y Gojo comenzó a moverse con una velocidad frenética, su verga entrando y saliendo de Reika con un sonoro chapoteo.
Reika se agarró a él, sus piernas envolviéndolo como un lazo, sus músculos internos apretándose alrededor de su pene como si no quisieran soltarlo nunca. Gojo se arqueó, sus hombros cubiertos de gotas de sudor, su aliento caliente en el cuello de Reika.
— "¡Reika, mierda! Te voy a llenar de semen, voy a disparar directo a tu útero" —Gruñó Gojo, sus caderas golpeando con fuerza contra las de ella.
Reika gimió, su cuerpo estremeciéndose con cada embestida de Gojo. Su clítoris palpitaba, necesitando ese toque adicional para llevarla al clímax. Con una mano, Gojo se deslizó entre sus cuerpos y comenzó a frotar su clítoris con el dedo, aumentando la intensidad de su penetración.
Reika gritó, su orgasmo explotando dentro de ella, sus paredes internas contrayéndose alrededor de Gojo como un puño. Gojo siguió moviéndose, llevándola por la onda de placer, hasta que él también llegó al clímax. Con un rugido, se derramó dentro de Reika, su semen caliente inundando su interior.
El detuvo, sus caderas apoyadas contra las de Reika, su erección aún dura dentro de ella. Respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando con cada exhalación.
Reika se desplomó contra él, su cuerpo temblando con el final de su orgasmo. Gojo la abrazó, su boca besando su cuello y su hombro, dejando un rastro de saliva y besos en su piel caliente.
—"Eso fue increíble, Reika. Joder como extrañaba esto" —Susurró Gojo, su voz ronca de placer y satisfecho. Reika sonrió, su cuerpo temblando aún pero satisfecha. Miró a Gojo, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y afecto.
—"Yo también, Gojo. Joder... nada que una buena follada no pueda solucionar..."
El sonrió con complicidad, retirándose lentamente de su interior, subió sus pantalones con una sonrisa pícara
—"Uff lo necesitaba"—confesó, ella sonrió y también confesó.
—"También lo necesitaba, te necesitaba, cuando estamos así, olvido todo..." —dijo sonriendo, ajustando su uniforme.
Él entonces dio un gran suspiro y se apoyó en el barandal.
Gojo cerró los ojos, disfrutando de la placentera sensación después del sexo. Se rio suavemente al escuchar las palabras de Reika, su voz suave y cálida.
—"Sí, cuando estamos así, el mundo se detiene, y solo hay nosotros dos" —Admitió, abriendo los ojos para mirarla con un brillo pícaro en ellos. —"Y te deseo tanto, Reika. Demasiado" —Susurró, acercándose a ella y acariciando su mejilla con el dorso de su mano. Reika se estremeció ante el toque, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.
—"Yo también te deseo, Gojo. Mucho más de lo que debería" —Confesó, mirándolo con ojos húmedos y deseosos.
Gojo sonrió, sus labios curvándose en un gesto seductor. Acercó su rostro al de Reika, sus narices casi tocándose. Susurro con voz ronca en su oído:
—"No puedo evitarlo. Me atraes demasiado, eres mi adicción, pequeña pirómana" —Sus palabras eran un susurro, pero su significado resonaba con claridad. Reika sintió un escalofrío recorrer su espalda, su pecho subiendo y bajando con cada respiración agitada.
Confesión.
Pasó un momento y los pensamientos nuevamente volvieron a Reika, los consejos de Utahime, las palabras de Kazuo, todo lo que significaba otra vez tocaba su mente.
—"¿Qué debemos hacer, Satoru?" —dijo de pronto, sin mirarlo—. "La verdad... siento que estamos arriesgando demasiado."
Gojo no dijo nada. Solo desvió la mirada al suelo.
—"Muchas personas han hablado conmigo últimamente, recomendándome que lo mejor es alejarme de ti. No quiero... pero siento que, si no lo hago, a la larga terminaré haciéndote daño."
Ella se giró, la voz rota, los ojos brillando bajo la tenue luz de la luna.
—"No deseo y nadie desea que tengas debilidades. Eres el hechicero más fuerte de la actualidad... No debes tener debilidades. Y todo eso me tiene tan confundida..." —tragó saliva— "¿Qué debo hacer?"
Por un momento, solo se oyó el viento.
Gojo soltó un suspiro. Se acercó un poco y apoyó su espalda contra la baranda, mirando al cielo.
—"¿Sabes? Siempre me pareció gracioso eso de 'no tener debilidades'."
Le lanzó una mirada de soslayo.
—"Como si ser fuerte significara ser de piedra. Como si yo no tuviera derecho a sentir, o a equivocarme, o a... necesitar a alguien."
Reika bajó la mirada. No esperaba ese tono en él. No tan tranquilo. No tan... sincero.
—"La gente tiene razón. Yo soy una debilidad para ti."
—"Sí." —asintió él, sin rodeos— "Y yo lo soy para ti también."
Ella lo miró, sorprendida.
—"No lo voy a negar, Reika. Tú eres una grieta en mi escudo. Pero también eres parte de lo que me mantiene en pie."
Gojo dio un paso hacia ella. Se inclinó, bajando un poco sus lentes para que lo viera directamente a los ojos.
—"El día que deje de sentir, que me vuelva un arma sin alma, voy a dejar de ser humano. And si no soy humano, no tengo nada que proteger. Ni siquiera a ti."
Ella lo observó, confundida.
—"¿Quieres alejarte de mí por miedo a que me pase algo?" —preguntó él, con una media sonrisa triste—. "Reika... ¿tú sabes cuántas veces he estado a punto de morir sin que tú estuvieras cerca?"
Ella no respondió. Solo tragó saliva.
—"¿Sabes cuándo me sentí más cerca de caer?" —preguntó—. "Cuando te fuiste hace dos semanas."
Reika parpadeó. Las lágrimas comenzaron a rodarle por las mejillas sin que pudiera detenerlas.
—"No quiero perderte..." —murmuró— "Pero tampoco quiero que me odies si algún día por mi culpa..."
—"Shhh." —Gojo levantó la mano, tocándole suavemente la cabeza.
—"Si algún día eso pasa, te prometo que no te odiaré. Y tú tampoco debes odiarte."
Ella cerró los ojos, apoyando la frente en su pecho. Gojo se quedó quieto un momento, luego, con una torpeza extrañamente dulce, la rodeó con los brazos.
—"Además..." —dijo, volviendo a su tono más ligero— "¿Tú crees que una relación secreta y potencialmente destructiva me da miedo? ¿Yo, que juego con maldiciones como si fueran muñecos?"
Ella soltó una risa entre lágrimas.
—"No sé si eres valiente o solo idiota."
—"Ambas. Y muy guapo también."
—"Presumido."
—"¿Estás volviendo a reírte?"
—"...Un poco."
Gojo sonrió, esa sonrisa suya que parecía curar heridas que no tenían forma.
—"Entonces vamos bien."
—"¿Qué debemos hacer, Satoru?" —dijo de pronto, sin mirarlo—. "La verdad... siento que estamos arriesgando demasiado."
Gojo no dijo nada. Solo desvió la mirada al suelo.
—"Muchas personas han hablado conmigo últimamente, recomendándome que lo mejor es alejarme de ti. No quiero... pero siento que, si no lo hago, a la larga terminaré haciéndote daño."
Ella se giró, la voz rota, los ojos brillando bajo la tenue luz de la luna.
—"No deseo y nadie desea que tengas debilidades. Eres el hechicero más fuerte de la actualidad... No debes tener debilidades. Y todo eso me tiene tan confundida..." —tragó saliva— "¿Qué debo hacer?"
Por un momento, solo se oyó el viento.
Gojo soltó un suspiro. Se acercó un poco y apoyó su espalda contra la baranda, mirando al cielo.
—"¿Sabes? Siempre me pareció gracioso eso de 'no tener debilidades'."
Le lanzó una mirada de soslayo.
—"Como si ser fuerte significara ser de piedra. Como si yo no tuviera derecho a sentir, o a equivocarme, o a... necesitar a alguien."
Reika bajó la mirada. No esperaba ese tono en él. No tan tranquilo. No tan... sincero.
—"La gente tiene razón. Yo soy una debilidad para ti."
—"Sí." —asintió él, sin rodeos— "Y yo lo soy para ti también."
Ella lo miró, sorprendida.
—"No lo voy a negar, Reika. Tú eres una grieta en mi escudo. Pero también eres parte de lo que me mantiene en pie."
Gojo dio un paso hacia ella. Se inclinó, bajando un poco sus lentes para que lo viera directamente a los ojos.
—"El día que deje de sentir, que me vuelva un arma sin alma, voy a dejar de ser humano. And si no soy humano, no tengo nada que proteger. Ni siquiera a ti."
Ella lo observó, confundida.
—"¿Quieres alejarte de mí por miedo a que me pase algo?" —preguntó él, con una media sonrisa triste—. "Reika... ¿tú sabes cuántas veces he estado a punto de morir sin que tú estuvieras cerca?"
Ella no respondió. Solo tragó saliva.
—"¿Sabes cuándo me sentí más cerca de caer?" —preguntó—. "Cuando te fuiste hace dos semanas."
Reika parpadeó. Las lágrimas comenzaron a rodarle por las mejillas sin que pudiera detenerlas.
—"No quiero perderte..." —murmuró— "Pero tampoco quiero que me odies si algún día por mi culpa..."
—"Shhh." —Gojo levantó la mano, tocándole suavemente la cabeza.
—"Si algún día eso pasa, te prometo que no te odiaré. Y tú tampoco debes odiarte."
Ella cerró los ojos, apoyando la frente en su pecho. Gojo se quedó quieto un momento, luego, con una torpeza extrañamente dulce, la rodeó con los brazos.
—"Además..." —dijo, volviendo a su tono más ligero— "¿Tú crees que una relación secreta y potencialmente destructiva me da miedo? ¿Yo, que juego con maldiciones como si fueran muñecos?"
Ella soltó una risa entre lágrimas.
—"No sé si eres valiente o solo idiota."
—"Ambas. Y muy guapo también."
—"Presumido."
—"¿Estás volviendo a reírte?"
—"...Un poco."
Gojo sonrió, esa sonrisa suya que parecía curar heridas que no tenían forma.
—"Entonces vamos bien."
Aula del Instituto. Mañana siguiente.
Por primera vez en muchos días, Reika no sintió miedo.
No miedo a lo que dirían. No miedo a lo que vendría.
La mayoría ya lo sabía. Lo de ella y Gojo.
Pero nadie hablaba del tema.
Y eso, de alguna forma, lo hacía más real. Más respetado.
Era como si todos entendieran que Gojo estaba más tranquilo, más centrado... más él mismo cuando ella estaba cerca.
Ese día, las clases comenzaron con normalidad. Todo estaba demasiado tranquilo. Sospechosamente tranquilo.
Reika entró al aula como si nada, con esa energía suya de quien asiste a clase más por pasar el rato que por necesidad. Llevaba una carpeta en una mano y una bebida en la otra.
Kaito y Rin estaban al fondo, como siempre. Kaito la saludó con una sonrisa pícara; Rin lo hizo con su estilo característico:
—"Oh, vaya... miren quién volvió a clases." —dijo con voz burlona, alzando una ceja— "¿Qué tal te fue con tus misiones? ¿Incineraste a alguien por accidente?"
—"Bien." —respondió Reika con una sonrisa tranquila— "Lo mismo de siempre. Maldiciones que gritan, yo que las callo."
—"Brutal." —respondió Rin, cruzándose de brazos con aire casual.
Pero entonces, Kaito se metió en la conversación, inflando el pecho con orgullo:
—"Yo estoy a punto de salir con Shoko, Reika. Así como tú sales con el sensei."
Reika se le quedó viendo con una ceja alzada. Luego soltó una risa corta.
—"Jajaja no jodas... ¿en qué mundo vives tú?"
—"¡En el mundo de los galanes incomprendidos!"
Rin soltó una carcajada y agregó con tono cómplice:
—"Deberías ver un cuaderno que trae... con apuntes y dibujos horribles, que Gojo le prestó."
—"¡Ah, ¿cómo que horribles?!" —se indignó Kaito— "¡El arte del maestro es oro puro!"
Reika estiró la mano.
—"A ver, muéstrame eso."
Kaito, como si estuviera mostrando una joya ancestral, sacó el cuaderno de su mochila y lo abrió con ceremonia.
Había diagramas de técnicas malditas, bocetos de poses ridículas de combate, y anotaciones con cosas como "Ataque ultra guapo: para cuando estás rodeado de maldiciones y fans".
Reika y Rin lo hojeaban con atención. Las dos intentaban no reír a carcajadas, pero no podían evitarlo.
—"¿Qué rayos es esto?" —dijo Reika, conteniendo la risa— "¿Gojo dibujó esto con los ojos cerrados?"
—"¡Respeta al maestro!"
Justo en ese momento, Gojo pasó por la puerta abierta del aula. Vio a Kaito con su cuaderno y a las chicas dobladas de risa.
Se detuvo en seco. Frunció el ceño. Luego se acercó rápidamente y le quitó el cuaderno de las manos a Kaito.
—"¡Ah, mocoso! Sabía que no podía confiar en ti."
—"¡Sensei! ¡Devuélvamelo! ¡Ese cuaderno tiene todos mis secretos de seducción!"
—"¡Y mis secretos de combate, degenerado!"
Gojo hojeó el cuaderno rápidamente y lo cerró con fuerza, ruborizado.
—"Esto no era para tus experimentos sociales. ¡Ni para tus fanfics mentales!"
Kaito se dejó caer de rodillas dramáticamente.
—"¡Ese cuaderno era mi biblia! ¡Mi guía espiritual! ¡Mi legado!"
—"Es tu sentencia de muerte si vuelves a mostrarlo." —dijo Gojo amenazante, aunque con una sonrisa.
Rin soltó una carcajada tan fuerte que casi se cae de la silla.
—"Dios, esto es mejor que ver anime."
Reika solo lo miraba todo con los brazos cruzados, conteniendo la risa.
Gojo la miró de reojo.
—"¿Y tú qué te ríes, pirómana? Tú tienes anotaciones peores que estas en tu habitación."
—"¡¿Tú cómo sabes eso?!"
—"Tengo seis ojos, Reika. Veo todo."
—"¡Pervertido!"
—"¡Profesional!"
Todos estallaron en carcajadas.
Y así, entre bromas, cuadernos peligrosos y dramas teatrales, Reika supo que estaba de vuelta en casa.
No miedo a lo que dirían. No miedo a lo que vendría.
La mayoría ya lo sabía. Lo de ella y Gojo.
Pero nadie hablaba del tema.
Y eso, de alguna forma, lo hacía más real. Más respetado.
Era como si todos entendieran que Gojo estaba más tranquilo, más centrado... más él mismo cuando ella estaba cerca.
Ese día, las clases comenzaron con normalidad. Todo estaba demasiado tranquilo. Sospechosamente tranquilo.
Reika entró al aula como si nada, con esa energía suya de quien asiste a clase más por pasar el rato que por necesidad. Llevaba una carpeta en una mano y una bebida en la otra.
Kaito y Rin estaban al fondo, como siempre. Kaito la saludó con una sonrisa pícara; Rin lo hizo con su estilo característico:
—"Oh, vaya... miren quién volvió a clases." —dijo con voz burlona, alzando una ceja— "¿Qué tal te fue con tus misiones? ¿Incineraste a alguien por accidente?"
—"Bien." —respondió Reika con una sonrisa tranquila— "Lo mismo de siempre. Maldiciones que gritan, yo que las callo."
—"Brutal." —respondió Rin, cruzándose de brazos con aire casual.
Pero entonces, Kaito se metió en la conversación, inflando el pecho con orgullo:
—"Yo estoy a punto de salir con Shoko, Reika. Así como tú sales con el sensei."
Reika se le quedó viendo con una ceja alzada. Luego soltó una risa corta.
—"Jajaja no jodas... ¿en qué mundo vives tú?"
—"¡En el mundo de los galanes incomprendidos!"
Rin soltó una carcajada y agregó con tono cómplice:
—"Deberías ver un cuaderno que trae... con apuntes y dibujos horribles, que Gojo le prestó."
—"¡Ah, ¿cómo que horribles?!" —se indignó Kaito— "¡El arte del maestro es oro puro!"
Reika estiró la mano.
—"A ver, muéstrame eso."
Kaito, como si estuviera mostrando una joya ancestral, sacó el cuaderno de su mochila y lo abrió con ceremonia.
Había diagramas de técnicas malditas, bocetos de poses ridículas de combate, y anotaciones con cosas como "Ataque ultra guapo: para cuando estás rodeado de maldiciones y fans".
Reika y Rin lo hojeaban con atención. Las dos intentaban no reír a carcajadas, pero no podían evitarlo.
—"¿Qué rayos es esto?" —dijo Reika, conteniendo la risa— "¿Gojo dibujó esto con los ojos cerrados?"
—"¡Respeta al maestro!"
Justo en ese momento, Gojo pasó por la puerta abierta del aula. Vio a Kaito con su cuaderno y a las chicas dobladas de risa.
Se detuvo en seco. Frunció el ceño. Luego se acercó rápidamente y le quitó el cuaderno de las manos a Kaito.
—"¡Ah, mocoso! Sabía que no podía confiar en ti."
—"¡Sensei! ¡Devuélvamelo! ¡Ese cuaderno tiene todos mis secretos de seducción!"
—"¡Y mis secretos de combate, degenerado!"
Gojo hojeó el cuaderno rápidamente y lo cerró con fuerza, ruborizado.
—"Esto no era para tus experimentos sociales. ¡Ni para tus fanfics mentales!"
Kaito se dejó caer de rodillas dramáticamente.
—"¡Ese cuaderno era mi biblia! ¡Mi guía espiritual! ¡Mi legado!"
—"Es tu sentencia de muerte si vuelves a mostrarlo." —dijo Gojo amenazante, aunque con una sonrisa.
Rin soltó una carcajada tan fuerte que casi se cae de la silla.
—"Dios, esto es mejor que ver anime."
Reika solo lo miraba todo con los brazos cruzados, conteniendo la risa.
Gojo la miró de reojo.
—"¿Y tú qué te ríes, pirómana? Tú tienes anotaciones peores que estas en tu habitación."
—"¡¿Tú cómo sabes eso?!"
—"Tengo seis ojos, Reika. Veo todo."
—"¡Pervertido!"
—"¡Profesional!"
Todos estallaron en carcajadas.
Y así, entre bromas, cuadernos peligrosos y dramas teatrales, Reika supo que estaba de vuelta en casa.
En el Instituto Jujutsu.
El ambiente tranquilo del día anterior había desaparecido. El cielo se había oscurecido, como si algo estuviera al acecho. Reika caminaba por los pasillos después de clase cuando Utahime la llamó con tono serio.
—"Reika, un segundo..." —dijo Utahime, con los brazos cruzados, más seria de lo normal.
Reika se detuvo, notando la expresión de la profesora. No parecía una simple charla.
—"¿Qué pasa?"
—"Kazuo me informó que tú no estabas en condiciones de enfrentar esa maldición... y tenía razón. Le pedí que fuera tras de ti, porque lo último que quería era tener que avisar tu muerte."
Los ojos de Reika se abrieron, atónita.
—"¿Tú lo enviaste? ¿Por qué no me lo dijiste?"
—"Porque te habría hecho sentir débil. Y eso, ahora lo entiendo, te habría hundido más. Pero preferí tu orgullo herido a tu cuerpo sin vida."
Reika apretó los puños. Dolía... pero entendía.
—"Entonces... ¿todo el tiempo lo supiste? ¿Que no estaba bien?"
—"Todos lo sabíamos. Satoru también." —Utahime la miró con firmeza— "No somos tus enemigos, Reika. Solo queremos que estés viva."
El momento fue interrumpido abruptamente por un estruendo. Un chillido antinatural recorrió los pasillos.
EXTERIOR – INMEDIACIONES DEL INSTITUTO – MINUTOS DESPUÉS
Una maldición de clase especial había aparecido. De la nada. Sin aviso, sin firma detectable.
Rin fue la primera en salir corriendo, seguida por Kaito.
—"¿¡Qué diablos es eso!?" —gritó Rin, observando la silueta negra con extremidades grotescas arrastrándose por el patio— "¡Eso no estaba en los informes!"
La criatura lanzó un rugido ensordecedor, y sin más, saltó hacia un grupo de estudiantes. Rin extendió sus brazos y varias cuchillas de energía maldita cortaron el aire, interceptando el ataque.
—"¡Reika, quédate atrás si no estás al cien!" —gritó Utahime, protegiendo la retaguardia. —"¡Alertaré a los maestros!"
Rin giró, saltando con agilidad sobre una farola, sus cuchillas flotaban a su alrededor como si fueran parte de su cuerpo.
—"Vamos, feo. ¡A ver si puedes bailar con esto!"
Kaito se adelantó, su expresión era seria por primera vez. Alzó una mano, y una onda sutil recorrió el aire. La maldición pareció ralentizarse.
—"Ya está sintiéndolo... visión borrosa, peso... y ni siquiera he empezado el ritmo completo."
El monstruo lanzó un golpe que Kaito esquivó por centímetros.
—"Rin, corta donde marco." —dijo con calma, chasqueando los dedos en una dirección— "Ya desajusté esa pierna."
Las cuchillas de Rin se lanzaron con precisión, cortando la extremidad derecha de la criatura, que cayó de lado con un chillido más agudo aún. Pero no se detuvo.
Reika, aún impactada por las palabras de Utahime, observaba el caos.
—"¿Debí estar aquí? ¿Sigo siendo útil? ¿O soy solo un riesgo?"
Una mano se posó en su hombro. Era Gojo. Llevaba una sonrisa ligera, pero sus ojos estaban más atentos que nunca.
—"¿Y bien, princesa del fuego negro? ¿Piensas quedarte ahí parada mientras los niños se divierten?"
Ella levantó la mirada. El fuego volvió a sus ojos.
—"No."
La maldición rugió de nuevo.
—"Entonces vamos a quemar algo."
Las llamas negras surgen de pronto como un soplo del infierno. La tierra tiembla bajo los pies de los hechiceros cuando Reika, envuelta en un aura oscura, entra al combate.
Su cabello ondea con violencia por el poder liberado. Sus ojos arden con decisión. El aire alrededor de ella chisporrotea, deformado por el calor y la energía maldita que emana.
—"Oscurare: Llama del Olvido." —murmura.
Una oleada de fuego negro se expande como una tormenta, desintegrando el suelo, los árboles... y a una de las criaturas menores que apenas alcanzó a chillar antes de ser reducida a ceniza.
El mismo cielo parece oscurecerse más con su presencia.
Kaito se ríe mientras esquiva los embates de la maldición principal.
—"¡Eso, Reika! ¡Así me gusta! ¡Ahora sí tiene ritmo esta fiesta!"
Con un chasquido de dedos, altera nuevamente la frecuencia de su energía. La criatura da un paso hacia atrás, tambaleante, como si el mundo girara en su contra.
Rin lanza una cuchilla con precisión quirúrgica que corta uno de los tentáculos del monstruo.
—"No te distraigas, Kaito. Aún hay más apareciendo."
—"¡No me distraigo, solo me relajo con estilo!"
El patio es un caos de fuego, cortes, y energía vibrante.
Gojo observa desde un techo cercano. Su sonrisa es amplia, su postura relajada, como quien disfruta una función de teatro.
—"Ahh... qué hermosa tragedia." —susurra— "Qué nivel tan delicioso de caos..."
Reika avanza por el campo, su paso firme, sus llamas devorando cuanto toca. Activa su técnica 'Soma Nihil', su cuerpo se vuelve un canal viviente de energía oscura. Cada criatura que intenta atacarla queda descompuesta antes de tocarla.
Rin la observa de reojo mientras corta a dos maldiciones menores al mismo tiempo.
—"Bueno... parece que la princesa volvió con hambre."
Kaito, sudando por el esfuerzo de mantener el efecto desincronizador, lanza una mirada a Reika.
—"Si llega a lanzar esa técnica final aquí... vamos a tener que reconstruir medio instituto."
La criatura principal, ahora semidesintegrada y tambaleante, intenta escapar, but Kaito eleva su mano una vez más.
—"¿A dónde crees que vas? Reika, tuyo."
Ella lo entiende sin palabras. Levanta una mano, y su voz se oye por todo el campo:
—"Inhumare: Ceniza Eterna."
Una implosión interna atraviesa al monstruo. Su cuerpo comienza a deshacerse desde adentro hacia afuera, como si fuera hecho de ceniza húmeda. En segundos, desaparece en una nube oscura que se disipa con el viento.
Silencio.
Todo queda en calma.
Rin guarda sus cuchillas. Kaito se deja caer al suelo, exhausto pero satisfecho. Gojo aplaude desde el techo.
—"¡Un show de primera, chicos! Y tú, Reika... ¡te extrañábamos!"
Reika respira con fuerza, pero su mirada ya no tiembla. Se planta firme, con el fuego disipándose detrás de ella como un manto oscuro. Como si fuera la heredera del desastre.
—"También los extrañé."
—"Reika, un segundo..." —dijo Utahime, con los brazos cruzados, más seria de lo normal.
Reika se detuvo, notando la expresión de la profesora. No parecía una simple charla.
—"¿Qué pasa?"
—"Kazuo me informó que tú no estabas en condiciones de enfrentar esa maldición... y tenía razón. Le pedí que fuera tras de ti, porque lo último que quería era tener que avisar tu muerte."
Los ojos de Reika se abrieron, atónita.
—"¿Tú lo enviaste? ¿Por qué no me lo dijiste?"
—"Porque te habría hecho sentir débil. Y eso, ahora lo entiendo, te habría hundido más. Pero preferí tu orgullo herido a tu cuerpo sin vida."
Reika apretó los puños. Dolía... pero entendía.
—"Entonces... ¿todo el tiempo lo supiste? ¿Que no estaba bien?"
—"Todos lo sabíamos. Satoru también." —Utahime la miró con firmeza— "No somos tus enemigos, Reika. Solo queremos que estés viva."
El momento fue interrumpido abruptamente por un estruendo. Un chillido antinatural recorrió los pasillos.
EXTERIOR – INMEDIACIONES DEL INSTITUTO – MINUTOS DESPUÉS
Una maldición de clase especial había aparecido. De la nada. Sin aviso, sin firma detectable.
Rin fue la primera en salir corriendo, seguida por Kaito.
—"¿¡Qué diablos es eso!?" —gritó Rin, observando la silueta negra con extremidades grotescas arrastrándose por el patio— "¡Eso no estaba en los informes!"
La criatura lanzó un rugido ensordecedor, y sin más, saltó hacia un grupo de estudiantes. Rin extendió sus brazos y varias cuchillas de energía maldita cortaron el aire, interceptando el ataque.
—"¡Reika, quédate atrás si no estás al cien!" —gritó Utahime, protegiendo la retaguardia. —"¡Alertaré a los maestros!"
Rin giró, saltando con agilidad sobre una farola, sus cuchillas flotaban a su alrededor como si fueran parte de su cuerpo.
—"Vamos, feo. ¡A ver si puedes bailar con esto!"
Kaito se adelantó, su expresión era seria por primera vez. Alzó una mano, y una onda sutil recorrió el aire. La maldición pareció ralentizarse.
—"Ya está sintiéndolo... visión borrosa, peso... y ni siquiera he empezado el ritmo completo."
El monstruo lanzó un golpe que Kaito esquivó por centímetros.
—"Rin, corta donde marco." —dijo con calma, chasqueando los dedos en una dirección— "Ya desajusté esa pierna."
Las cuchillas de Rin se lanzaron con precisión, cortando la extremidad derecha de la criatura, que cayó de lado con un chillido más agudo aún. Pero no se detuvo.
Reika, aún impactada por las palabras de Utahime, observaba el caos.
—"¿Debí estar aquí? ¿Sigo siendo útil? ¿O soy solo un riesgo?"
Una mano se posó en su hombro. Era Gojo. Llevaba una sonrisa ligera, pero sus ojos estaban más atentos que nunca.
—"¿Y bien, princesa del fuego negro? ¿Piensas quedarte ahí parada mientras los niños se divierten?"
Ella levantó la mirada. El fuego volvió a sus ojos.
—"No."
La maldición rugió de nuevo.
—"Entonces vamos a quemar algo."
Las llamas negras surgen de pronto como un soplo del infierno. La tierra tiembla bajo los pies de los hechiceros cuando Reika, envuelta en un aura oscura, entra al combate.
Su cabello ondea con violencia por el poder liberado. Sus ojos arden con decisión. El aire alrededor de ella chisporrotea, deformado por el calor y la energía maldita que emana.
—"Oscurare: Llama del Olvido." —murmura.
Una oleada de fuego negro se expande como una tormenta, desintegrando el suelo, los árboles... y a una de las criaturas menores que apenas alcanzó a chillar antes de ser reducida a ceniza.
El mismo cielo parece oscurecerse más con su presencia.
Kaito se ríe mientras esquiva los embates de la maldición principal.
—"¡Eso, Reika! ¡Así me gusta! ¡Ahora sí tiene ritmo esta fiesta!"
Con un chasquido de dedos, altera nuevamente la frecuencia de su energía. La criatura da un paso hacia atrás, tambaleante, como si el mundo girara en su contra.
Rin lanza una cuchilla con precisión quirúrgica que corta uno de los tentáculos del monstruo.
—"No te distraigas, Kaito. Aún hay más apareciendo."
—"¡No me distraigo, solo me relajo con estilo!"
El patio es un caos de fuego, cortes, y energía vibrante.
Gojo observa desde un techo cercano. Su sonrisa es amplia, su postura relajada, como quien disfruta una función de teatro.
—"Ahh... qué hermosa tragedia." —susurra— "Qué nivel tan delicioso de caos..."
Reika avanza por el campo, su paso firme, sus llamas devorando cuanto toca. Activa su técnica 'Soma Nihil', su cuerpo se vuelve un canal viviente de energía oscura. Cada criatura que intenta atacarla queda descompuesta antes de tocarla.
Rin la observa de reojo mientras corta a dos maldiciones menores al mismo tiempo.
—"Bueno... parece que la princesa volvió con hambre."
Kaito, sudando por el esfuerzo de mantener el efecto desincronizador, lanza una mirada a Reika.
—"Si llega a lanzar esa técnica final aquí... vamos a tener que reconstruir medio instituto."
La criatura principal, ahora semidesintegrada y tambaleante, intenta escapar, but Kaito eleva su mano una vez más.
—"¿A dónde crees que vas? Reika, tuyo."
Ella lo entiende sin palabras. Levanta una mano, y su voz se oye por todo el campo:
—"Inhumare: Ceniza Eterna."
Una implosión interna atraviesa al monstruo. Su cuerpo comienza a deshacerse desde adentro hacia afuera, como si fuera hecho de ceniza húmeda. En segundos, desaparece en una nube oscura que se disipa con el viento.
Silencio.
Todo queda en calma.
Rin guarda sus cuchillas. Kaito se deja caer al suelo, exhausto pero satisfecho. Gojo aplaude desde el techo.
—"¡Un show de primera, chicos! Y tú, Reika... ¡te extrañábamos!"
Reika respira con fuerza, pero su mirada ya no tiembla. Se planta firme, con el fuego disipándose detrás de ella como un manto oscuro. Como si fuera la heredera del desastre.
—"También los extrañé."
Exterior del Instituto Minutos después.
El aire aún huele a cenizas y tierra quemada. Fragmentos de maldiciones destruidas flotan en el viento. Y en medio de ese escenario digno de una catástrofe... cuatro hechiceros se sientan tranquilamente entre los escombros.
Gojo aparece caminando como si nada, con una bandeja flotando a su lado gracias a su técnica, repartiendo botellas de gaseosa fría con una sonrisa gigante.
—"¡Excelente trabajo, equipo! ¡Es hora de hidratarse y hablar de lo verdaderamente importante: los daños materiales!"
Les reparte las botellas y se sienta en el suelo con las piernas estiradas, apoyándose en sus brazos.
Rin bebe un trago y mira a su alrededor con una ceja levantada.
—"Sí... esto parece más bien una zona de guerra que el jardín del instituto."
—"No fue para tanto..." —responde Reika, bajando la mirada, un poco avergonzada mientras agita su gaseosa.
Gojo la señala con su botellita.
—"Reika... tú lanzaste un infierno personal sobre ese bicho. ¡Y sobre la mitad del terreno también!"
Todos se ríen, excepto Reika que se tapa un poco la cara.
—"Estoy intentando controlarlo, lo juro..."
—"El problema—" interviene Kaito, con su típico tono divertido— "es que el fuego de Reika no solo mata al enemigo, mata la vegetación, el clima, la paz espiritual..."
—"Y los muebles del director si se descuida." —agrega Rin con una sonrisa burlona.
—"¡Una vez!" —dice Reika entre risas— "¡Fue solo una vez y fue un accidente!"
Gojo la mira divertido.
—"¿Sabes qué es lo curioso? El fuego maldito normal destruye lo que toca. El tuyo... destruye lo que piensa tocar. Tiene como esa vibra de 'voy a arrasar todo, aunque no te haya pedido permiso'."
Kaito ríe mientras señala con la cabeza los restos calcinados de un roble que alguna vez dio sombra.
—"Ese árbol no tenía nada que ver y ahora está en el más allá. Paz para el roble."
Reika se deja caer hacia atrás en el pasto chamuscado, suspirando.
—"Necesito clases de control urgente..."
Gojo se inclina hacia ella con un gesto juguetón.
—"Te las doy con gusto, pero vas a tener que prometerme no quemar otra ala del instituto. Ya tenemos a Mei Mei facturando presupuestos como loca."
Rin rueda los ojos.
—"Va a pedir tres millones por reemplazar un par de ventanas. Otra vez."
Todos se ríen. Por primera vez en días, el ambiente está liviano, como si la batalla no hubiera ocurrido.
Reika los observa con una sonrisa real. Cansada, sí, pero en paz.
—"Gracias, chicos."
Kaito levanta su botella en su dirección.
—"Por quemar todo con estilo."
Chocan botellas entre risas.
Gojo, con una sonrisa más tranquila, los observa a todos.
—"Saben... cuando los veo así, me dan ganas de confiar un poquito más en este mundo."
—"¡¿Eso fue un cumplido?!" —pregunta Kaito sorprendido.
—"Tómalo rápido antes de que me arrepienta."
Rin levanta una ceja.
—"¿Y si ahora volvemos a clase?"
Silencio. Todos se miran.
—"...nah." —dicen los cuatro al unísono.
Y se quedan ahí, entre ruinas, bromas y botellas vacías, riendo como si el mundo no se estuviera cayendo a pedazos.
Los cuatro siguen sentados entre los escombros, las botellas vacías a su alrededor, como si estuvieran en un picnic postapocalíptico.
Pero entonces... se escuchan unos tacones duros pisando con firmeza y acercándose a ellos, y otros pasos más.
—"¿¡Qué demonios pasó acá!?" —la voz de Utahime retumba antes de que su figura aparezca al frente del grupo, seguida de Shoko, otros maestros y una docena de estudiantes curiosos.
Utahime detiene su andar en seco al ver el panorama: suelo quemado, columnas caídas, árboles calcinados, y en medio del desastre... los culpables sentados tomando gaseosa con cara de "¿problema?"
Shoko da un sorbo a su taza de café mientras observa la escena.
—"Wow... pensé que había sido un terremoto. Pero no, era solo Reika teniendo un mal día."
Reika se hunde un poco en su lugar, como queriendo desaparecer.
Gojo levanta la mano.
—"Todo bajo control. Ejercicio de campo no autorizado. Evaluación sorpresa. Clase práctica intensiva."
Utahime le lanza una mirada que podría detener el tiempo.
—"¿Clase práctica? ¿¡CLASE PRÁCTICA!?"
—"Con resultados brillantes, debo añadir. Mira a los chicos: ilesos, contentos, y con reflejos afiladísimos."
Kaito asiente como si fuera parte de un infomercial.
—"¡Y con las defensas activadas, sensei! Diez de diez."
Utahime se lleva las manos a la cabeza, frustrada.
—"Gojo, ¿vas a esperar a que me dé un infarto o vas a actuar como adulto responsable una sola vez?"
Rin murmura a Reika:
—"¿Una sola vez? Tiene fe, al menos."
Reika se tapa la risa.
Shoko se acerca más tranquila, evaluando con los ojos los restos de maldiciones que aún humean en el suelo.
—"Hablando en serio, ¿esto fue Reika?"
Gojo asiente orgulloso.
—"Ella, Kaito y Rin. Un espectáculo. Si no lo viste en vivo, lo siento, no hay repetición."
Un estudiante en la multitud susurra:
—"¿En serio derrotaron a una maldición de clase especial?"
—"Y destruyeron medio patio." —agrega otro.
Shoko da otro sorbo de café.
—"Voy a necesitar pedir más presupuesto para calmantes... y extinguidores."
Utahime mira a los estudiantes, luego a los maestros y finalmente se cruza de brazos, exasperada.
—"Voy a tener que hacer un informe. Y tú, Gojo, me vas a ayudar. Esta vez no te me escapas."
Gojo suspira, resignado.
—"¿Y si en vez de eso te invito una gaseosa?"
—"¡NO!"
Shoko ríe bajo mientras Reika, Rin y Kaito ya se están levantando del suelo, sacudiéndose el polvo.
—"Parece que tenemos que ir a reconstrucción otra vez." —dice Reika.
—"Y esta vez le toca a Gojo pagar." —dice Utahime con una sonrisa muy poco amigable.
Gojo se ajusta los lentes y murmura:
—"Yo sólo quería una tarde tranquila..."
Gojo aparece caminando como si nada, con una bandeja flotando a su lado gracias a su técnica, repartiendo botellas de gaseosa fría con una sonrisa gigante.
—"¡Excelente trabajo, equipo! ¡Es hora de hidratarse y hablar de lo verdaderamente importante: los daños materiales!"
Les reparte las botellas y se sienta en el suelo con las piernas estiradas, apoyándose en sus brazos.
Rin bebe un trago y mira a su alrededor con una ceja levantada.
—"Sí... esto parece más bien una zona de guerra que el jardín del instituto."
—"No fue para tanto..." —responde Reika, bajando la mirada, un poco avergonzada mientras agita su gaseosa.
Gojo la señala con su botellita.
—"Reika... tú lanzaste un infierno personal sobre ese bicho. ¡Y sobre la mitad del terreno también!"
Todos se ríen, excepto Reika que se tapa un poco la cara.
—"Estoy intentando controlarlo, lo juro..."
—"El problema—" interviene Kaito, con su típico tono divertido— "es que el fuego de Reika no solo mata al enemigo, mata la vegetación, el clima, la paz espiritual..."
—"Y los muebles del director si se descuida." —agrega Rin con una sonrisa burlona.
—"¡Una vez!" —dice Reika entre risas— "¡Fue solo una vez y fue un accidente!"
Gojo la mira divertido.
—"¿Sabes qué es lo curioso? El fuego maldito normal destruye lo que toca. El tuyo... destruye lo que piensa tocar. Tiene como esa vibra de 'voy a arrasar todo, aunque no te haya pedido permiso'."
Kaito ríe mientras señala con la cabeza los restos calcinados de un roble que alguna vez dio sombra.
—"Ese árbol no tenía nada que ver y ahora está en el más allá. Paz para el roble."
Reika se deja caer hacia atrás en el pasto chamuscado, suspirando.
—"Necesito clases de control urgente..."
Gojo se inclina hacia ella con un gesto juguetón.
—"Te las doy con gusto, pero vas a tener que prometerme no quemar otra ala del instituto. Ya tenemos a Mei Mei facturando presupuestos como loca."
Rin rueda los ojos.
—"Va a pedir tres millones por reemplazar un par de ventanas. Otra vez."
Todos se ríen. Por primera vez en días, el ambiente está liviano, como si la batalla no hubiera ocurrido.
Reika los observa con una sonrisa real. Cansada, sí, pero en paz.
—"Gracias, chicos."
Kaito levanta su botella en su dirección.
—"Por quemar todo con estilo."
Chocan botellas entre risas.
Gojo, con una sonrisa más tranquila, los observa a todos.
—"Saben... cuando los veo así, me dan ganas de confiar un poquito más en este mundo."
—"¡¿Eso fue un cumplido?!" —pregunta Kaito sorprendido.
—"Tómalo rápido antes de que me arrepienta."
Rin levanta una ceja.
—"¿Y si ahora volvemos a clase?"
Silencio. Todos se miran.
—"...nah." —dicen los cuatro al unísono.
Y se quedan ahí, entre ruinas, bromas y botellas vacías, riendo como si el mundo no se estuviera cayendo a pedazos.
Los cuatro siguen sentados entre los escombros, las botellas vacías a su alrededor, como si estuvieran en un picnic postapocalíptico.
Pero entonces... se escuchan unos tacones duros pisando con firmeza y acercándose a ellos, y otros pasos más.
—"¿¡Qué demonios pasó acá!?" —la voz de Utahime retumba antes de que su figura aparezca al frente del grupo, seguida de Shoko, otros maestros y una docena de estudiantes curiosos.
Utahime detiene su andar en seco al ver el panorama: suelo quemado, columnas caídas, árboles calcinados, y en medio del desastre... los culpables sentados tomando gaseosa con cara de "¿problema?"
Shoko da un sorbo a su taza de café mientras observa la escena.
—"Wow... pensé que había sido un terremoto. Pero no, era solo Reika teniendo un mal día."
Reika se hunde un poco en su lugar, como queriendo desaparecer.
Gojo levanta la mano.
—"Todo bajo control. Ejercicio de campo no autorizado. Evaluación sorpresa. Clase práctica intensiva."
Utahime le lanza una mirada que podría detener el tiempo.
—"¿Clase práctica? ¿¡CLASE PRÁCTICA!?"
—"Con resultados brillantes, debo añadir. Mira a los chicos: ilesos, contentos, y con reflejos afiladísimos."
Kaito asiente como si fuera parte de un infomercial.
—"¡Y con las defensas activadas, sensei! Diez de diez."
Utahime se lleva las manos a la cabeza, frustrada.
—"Gojo, ¿vas a esperar a que me dé un infarto o vas a actuar como adulto responsable una sola vez?"
Rin murmura a Reika:
—"¿Una sola vez? Tiene fe, al menos."
Reika se tapa la risa.
Shoko se acerca más tranquila, evaluando con los ojos los restos de maldiciones que aún humean en el suelo.
—"Hablando en serio, ¿esto fue Reika?"
Gojo asiente orgulloso.
—"Ella, Kaito y Rin. Un espectáculo. Si no lo viste en vivo, lo siento, no hay repetición."
Un estudiante en la multitud susurra:
—"¿En serio derrotaron a una maldición de clase especial?"
—"Y destruyeron medio patio." —agrega otro.
Shoko da otro sorbo de café.
—"Voy a necesitar pedir más presupuesto para calmantes... y extinguidores."
Utahime mira a los estudiantes, luego a los maestros y finalmente se cruza de brazos, exasperada.
—"Voy a tener que hacer un informe. Y tú, Gojo, me vas a ayudar. Esta vez no te me escapas."
Gojo suspira, resignado.
—"¿Y si en vez de eso te invito una gaseosa?"
—"¡NO!"
Shoko ríe bajo mientras Reika, Rin y Kaito ya se están levantando del suelo, sacudiéndose el polvo.
—"Parece que tenemos que ir a reconstrucción otra vez." —dice Reika.
—"Y esta vez le toca a Gojo pagar." —dice Utahime con una sonrisa muy poco amigable.
Gojo se ajusta los lentes y murmura:
—"Yo sólo quería una tarde tranquila..."
Sala de Profesores.
Gojo está inclinado sobre el escritorio con un lápiz en la boca, varias hojas en blanco frente a él, y una expresión de absoluta tragedia.
—"Utahime... no sé ni cómo se escribe informe sin sentir que me arrugo por dentro."
Utahime, sentada al otro lado con una laptop abierta, no lo mira. Está tecleando con precisión militar.
—"Se escribe con la misma motivación con la que tus estudiantes destruyeron medio campus."
—"¡Técnicamente no lo destruyeron! Solo... le hicieron remodelación gratuita con efectos especiales."
Utahime suspira fuerte.
—"'Explosión de fuego negro, daño colateral en tres edificios, quince árboles menos, una estatua decapitada y una banca desaparecida' no es una remodelación, Satoru."
Gojo se cruza de brazos, ofendido.
—"Esa banca tenía meses rota. Reika solo le hizo un favor a la estética del lugar."
—"No puedo creer que estés justificando esto."
Gojo sonríe, pícaro.
—"¿Puedes creer que yo tenga que redactar esto contigo?"
Utahime frunce el ceño y lo mira fijo.
—"Lo estoy haciendo yo sola. Tú solo estás dibujando lo que parece una rana con gafas de sol."
Gojo gira su libreta, mostrándole el dibujo.
—"Es Rana Reika lanzando fuego. Mira, hasta le puse la técnica: 'Oscu-rana: Llama del olvido'."
Utahime se golpea la frente con la palma de la mano.
—"¿Cómo sigues siendo profesor?"
Gojo se recuesta hacia atrás en la silla, balanceándola peligrosamente.
—"Por mi carisma, mi sonrisa y por ser el hechicero más fuerte."
—"Y el más insoportable."
Silencio. Utahime vuelve al teclado. Gojo la observa unos segundos y dice más bajo, con un tono distinto:
—"Pero admítelo... pelearon bien, ¿no?"
Utahime se detiene un segundo y asiente, sin mirarlo.
—"Rin controló bien las cuchillas. Kaito fue más útil de lo que esperaba. Y Reika... cuando entra en modo batalla... da miedo."
—"Como alguien que conoces." —dice Gojo con una sonrisita, mirándola fijo.
Utahime lo ignora.
—"Pero su fuego sigue siendo demasiado inestable. No lo controla. En cualquier momento puede herir a un aliado. O peor."
—"Lo sé..." —Gojo suspira, dejando el lápiz sobre la mesa —"Aún no ha logrado encontrar el equilibrio. Pero cuando lo haga..."
—"Será peor." —completa Utahime— "Porque entonces podrá usarlo con intención. Y eso la convierte en un arma."
Ambos se quedan en silencio por un momento. Gojo cruza los brazos, serio por primera vez.
—"Yo no veo armas, Utahime. Veo personas que pelean para sobrevivir en un mundo que quiere tragárselos vivos."
Ella lo observa. Él sostiene la mirada, calmado.
—"A veces no sé si eres un genio o solo estás diciendo frases profundas para evitar escribir."
Gojo sonríe y alza las cejas.
—"¿Y si son las dos?"
Utahime vuelve a mirar la pantalla.
—"Escribe, idiota."
Gojo agarra el lápiz.
—"Con gusto... 'Informe de clase intensiva sorpresa: explosión, destrucción y aprendizaje. Fin.'"
Utahime le lanza un bolígrafo.
—"Utahime... no sé ni cómo se escribe informe sin sentir que me arrugo por dentro."
Utahime, sentada al otro lado con una laptop abierta, no lo mira. Está tecleando con precisión militar.
—"Se escribe con la misma motivación con la que tus estudiantes destruyeron medio campus."
—"¡Técnicamente no lo destruyeron! Solo... le hicieron remodelación gratuita con efectos especiales."
Utahime suspira fuerte.
—"'Explosión de fuego negro, daño colateral en tres edificios, quince árboles menos, una estatua decapitada y una banca desaparecida' no es una remodelación, Satoru."
Gojo se cruza de brazos, ofendido.
—"Esa banca tenía meses rota. Reika solo le hizo un favor a la estética del lugar."
—"No puedo creer que estés justificando esto."
Gojo sonríe, pícaro.
—"¿Puedes creer que yo tenga que redactar esto contigo?"
Utahime frunce el ceño y lo mira fijo.
—"Lo estoy haciendo yo sola. Tú solo estás dibujando lo que parece una rana con gafas de sol."
Gojo gira su libreta, mostrándole el dibujo.
—"Es Rana Reika lanzando fuego. Mira, hasta le puse la técnica: 'Oscu-rana: Llama del olvido'."
Utahime se golpea la frente con la palma de la mano.
—"¿Cómo sigues siendo profesor?"
Gojo se recuesta hacia atrás en la silla, balanceándola peligrosamente.
—"Por mi carisma, mi sonrisa y por ser el hechicero más fuerte."
—"Y el más insoportable."
Silencio. Utahime vuelve al teclado. Gojo la observa unos segundos y dice más bajo, con un tono distinto:
—"Pero admítelo... pelearon bien, ¿no?"
Utahime se detiene un segundo y asiente, sin mirarlo.
—"Rin controló bien las cuchillas. Kaito fue más útil de lo que esperaba. Y Reika... cuando entra en modo batalla... da miedo."
—"Como alguien que conoces." —dice Gojo con una sonrisita, mirándola fijo.
Utahime lo ignora.
—"Pero su fuego sigue siendo demasiado inestable. No lo controla. En cualquier momento puede herir a un aliado. O peor."
—"Lo sé..." —Gojo suspira, dejando el lápiz sobre la mesa —"Aún no ha logrado encontrar el equilibrio. Pero cuando lo haga..."
—"Será peor." —completa Utahime— "Porque entonces podrá usarlo con intención. Y eso la convierte en un arma."
Ambos se quedan en silencio por un momento. Gojo cruza los brazos, serio por primera vez.
—"Yo no veo armas, Utahime. Veo personas que pelean para sobrevivir en un mundo que quiere tragárselos vivos."
Ella lo observa. Él sostiene la mirada, calmado.
—"A veces no sé si eres un genio o solo estás diciendo frases profundas para evitar escribir."
Gojo sonríe y alza las cejas.
—"¿Y si son las dos?"
Utahime vuelve a mirar la pantalla.
—"Escribe, idiota."
Gojo agarra el lápiz.
—"Con gusto... 'Informe de clase intensiva sorpresa: explosión, destrucción y aprendizaje. Fin.'"
Utahime le lanza un bolígrafo.